El anuncio del Instituto Nacional de Vías (Invías) de que solicitará a la Gobernación del Magdalena la caducidad del contrato para la construcción de la llamada Vía de la Prosperidad es el más reciente capítulo en la historia de una obra que ha sido polémica desde sus comienzos.

Según el Invías, el incumplimiento del contratista, la firma Ribera Este, es el motivo de la solicitud. A la fecha, la obra se encuentra en menos del 50% de ejecución, ya que solo se han intervenido 19 de los 52 kilómetros proyectados, de los cuales solo 4 están pavimentados y 15 se hallan en terraplén. Además, el instituto pedirá hacer efectiva la multa por 14 mil millones de pesos que se le impuso al contratista.

Un informe de EL HERALDO reveló que a la fecha se han invertido 245 mil millones de pesos en la vía, siendo el valor global de 432 mil millones. Pero el contratista ha sido claro en afirmar que ni siquiera con la totalidad de esos recursos se podría terminar la obra, y que de girarse el dinero completo solo se llegaría al kilómetro 26, por lo que se requiere una adición presupuestal. De esta situación responsabiliza a los diseños del Invías, que en su opinión no correspondían a la realidad del terreno. El contrato vencía el 12 de noviembre y la empresa había pedido una prórroga con desembolso de los recursos restantes.

Aunque el retraso de la obra salta a la vista, los diseños iniciales aportados por el Invías, que datan de 2007 y 2008, tuvieron que modificarse por la ola invernal de 2010 y 2011. Con esos ajustes, la extensión de la vía pasó de 52 kilómetros a 48. Además, en los planos originales se contemplaba la construcción de 30 box culverts para la circulación del agua entre el río Magdalena y la Ciénaga Grande, pero por pedido de la Corporación Autónoma del Magdalena (Corpamag) se decidió que debían ser 70. Situaciones como esta, así como el incremento de la altura del terraplén, que pasó de 1,5 a 3,5 metros, elevaron los costos de los materiales, según el contratista.

La Vía de la Prosperidad, que comunicaría a Palermo (Sitionuevo, Magdalena) con Guáimaro (Salamanina), debía convertirse en la obra que dinamizaría el comercio y la economía en la zona norte del país, pero desde su adjudicación, en 2013, el proyecto vial, uno de los más ambiciosos en la historia de la Costa, ha sufrido varios tropiezos.

Las opiniones sobre las responsabilidades de uno y otro bando están divididas, pero lo real es que el gran perdedor, como casi siempre ocurre, es el pueblo magdalenense y de la Región Caribe.