Aunque en el Distrito no existe un censo sobre casas y otras edificaciones abandonadas por sus propietarios, el tema ha comenzado a inquietar a las autoridades y a la propia ciudadanía, que ve cómo mansiones y grandes estructuras de antaño se convierten en basureros o cuevas de delincuentes y viciosos.

La problemática es palpable por toda la ciudad, pero es especialmente notoria en las localidades Riomar y Norte-Centro Histórico, donde en barrios como El Prado, Alto Prado y El Golf los ciudadanos piden la intervención de las autoridades.

Para los expertos, este fenómeno no es exclusivo de Barranquilla y está relacionado con el cambio en el estilo de vida. Las familias son cada vez menos numerosas y por eso el apartamento aparece como la mejor opción en medio de los altos costos que demanda el cuidado de las casonas de antaño y los problemas de inseguridad que afrontan las ciudades.

Para las familias de hoy, la sensación de soledad se incrementa en estos espacios, y eso las lleva a decidirse por los apartamentos, que simplifican los procesos y cuentan, en la mayoría de los casos, con vigilancia privada.

La visión de negocio de las empresas de finca raíz también se suma a esta tendencia, por lo que muchos inmuebles son abandonados por sus propietarios a la espera de que llegue la oferta de una constructora.

La Secretaría de Control Urbano del Distrito prepara un censo para identificar cuántas casas abandonadas hay en la ciudad y la condición en que se encuentran. En caso de que su estado sea lamentable o no garantice la seguridad de los vecinos o de la ciudadanía en general, tomará correctivos con los propietarios para que asuman los costos de cerramiento y vigilancia. Por ahora no se contempla la demolición, pero es una opción que no se descarta si el problema con alguna de ellas supera todos los controles.

Con la entrada en vigencia del Código de Policía, las administraciones locales tienen competencia para intervenir cuando un predio privado genere perturbación “por no reparar las averías o daños en el inmueble que pongan en peligro, perjudiquen o molesten a los vecinos”, lo que abre otra puerta en la reglamentación.

Las estructuras ‘huérfanas’, como las llama el Distrito, no se limitan a casas. Por toda la ciudad se observan edificaciones abandonadas, varias de ellas con un pasado glorioso como los hoteles Royal y El Golf, la sede de Avianca en la calle 72 o el Seguro Social de Los Andes. Es un debate abierto, precisamente, en el Mes del Patrimonio Arquitectónico.