La naturaleza se ha ensañado con el Caribe y México en lo corrido de septiembre como pocas veces se había visto. Cuatro huracanes, entre ellos Irma, considerado el más potente y devastador de la historia en el océano Atlántico, dejaron una estela de muerte y destrucción a su paso por Antigua y Barbuda, Bahamas, Haití, Cuba, Puerto Rico, San Martin, San Bartolomé, Islas Vírgenes y República Dominicana. El fenómeno también se sintió con toda su furia en la Florida, donde siete millones de personas tuvieron que ser evacuadas.

Tras el paso de Irma, Katia y José, el turno ahora es para el huracán María, cuyos efectos colaterales, asegura el Instituto de Estudios Ambientales y Meteorológicos de Colombia, Ideam, se sentirán en la Costa durante los próximos días.

María ya sembró el terror en Dominica y Guadalupe, y ayer impactó con vientos de más de 200 kilómetros por hora a Puerto Rico, donde las marejadas han dejado bajo el agua barrios enteros y toda la isla se encuentra sin electricidad y con problemas severos de telecomunicaciones.

En medio de la desolación producida por los huracanes, México ha tenido que soportar tres terremotos en menos de quince días. El primero ocurrió el 7 de este mes y tuvo una intensidad de 8,2 en la escala Richter, el más potente del que se tenga registro desde el siglo XX, incluso por encima del que destruyó a la capital mexicana en 1985. Chiapas y Oaxaca fueron los estados más afectados por el fenómeno que dejó 100 muertos y más de mil heridos.

El 16 de septiembre, otro sismo, de magnitud 5,5, removió el sur del país, con epicentro en Oaxaca. A diferencia del terremoto anterior, no hubo víctimas mortales. Pero lo peor estaba por llegar.

Como si se tratara de una advertencia de la naturaleza, este martes, cuando se cumplían 32 años del devastador sismo de 1985, la capital azteca fue sacudida por otro temblor, esta vez de 7.1 grados, que hasta ayer dejaba 230 muertos.

Tantos desastres naturales no pueden más que llamar a la reflexión sobre el papel del hombre en el cambio climático. Algunos expertos opinan que existe una incidencia directa entre el calentamiento global y la formación de huracanes, ya que son ‘alimentados’ en su energía por las altas temperaturas en los océanos.

Sin embargo, técnicamente esto no ha sido confirmado, aunque los investigadores cada vez tienen más elementos de juicio que llevan a pensar en que la mano del hombre está detrás de estas tragedias.