La aeronave Avro RJ85, que había partido del Aeropuerto Internacional Viru Viru, en Bolivia, con destino al Aeropuerto José María Córdova, que sirve a Medellín, se precipitó a tierra minutos antes de aterrizar. Algunos consideran que fue un golpe de fortuna que seis de los ocupantes del avión lograran sobrevivir en medio de la desgracia.
La tragedia concentró la atención del mundo, no solo por el lógico interés que suele suscitar un acontecimiento de esta naturaleza, sino porque a bordo viajaban los integrantes de un equipo de fútbol muy especial: Chapecoense.
Este modesto club se había convertido en el alma de una pequeña población del suroeste brasileño, que cuenta con un poco más de 200.000 habitantes.
Nadie sabe de dónde sacaron sus jugadores la determinación para ascender a la primera división de una de las ligas más exigentes del mundo, y para abrirse paso, en su primera competición internacional, hasta la final de la Copa Suramericana, la razón de su trágico viaje a Colombia.
Esa injusta jugada del destino terminó con el sueño de un grupo de hombres que juntos, paso a paso, partido a partido, gol a gol, habían logrado lo impensable: estar por encima de los más grandes equipos del continente.
Las historias de vida que se hicieron visibles luego de la tragedia, la solidaridad del mundo con sus familias, las decenas de homenajes en los estadios de los cinco continentes, no podrán devolvernos a los héroes de Chapecó, pero son un justificado pretexto para que nos detengamos a pensar, en estos tiempos de tribulación y desesperanza, en las ilimitadas posibilidades de la voluntad humana y en el deporte como un vehículo de unión.
Un año después, seguimos sintiendo profundamente la pérdida de estos ejemplares atletas y de las demás víctimas, su historia debe servirnos a todos de ejemplo para saber que con esfuerzo y pasión se pueden lograr grandes designios.
Luego de ese duro golpe, el equipo se enfrentó a una reconstrucción cargada de altibajos; aun así logró salvar la categoría en 2017.
De los tres futbolistas que sobrevivieron solo el lateral Alan Ruschel volvió a jugar en el club, tras una recuperación casi milagrosa.
Los héroes del Chapecoense, quienes, en contra de todos los pronósticos, rozaron la gloria corriendo detrás de una pelota, vivirán para siempre en nuestra memoria.