Preocupantes son las denuncias realizadas esta semana en la Asamblea del Atlántico sobre la situación de los hospitales del Departamento. El panorama, según el diputado Jorge Rosales, es desolador en algunas poblaciones: ausencia de médicos y puestos de salud que están cerrados o no prestan el servicio que requiere la comunidad.
De acuerdo con lo expuesto en la Asamblea, el hospital del barrio Las Gaviotas, en Soledad, no funciona hace dos años, y la población no ha recibido explicación sobre esta situación. La problemática es similar en otros municipios y corregimientos, donde los puestos de salud solo funcionan en determinados días y horarios. En algunos casos, aunque existe la infraestructura, los médicos no acuden por periodos prolongados.
El informe señala que los casos más críticos se encuentran en Santa Rita, Puerto Giraldo, Bohórquez, La Bonga y Mesolandia.
A esto se suma el hecho de que los quirófanos del Hospital Universitario Cari ESE de Alta Complejidad fueron cerrados hace dos meses, tiempo en el cual no se realizan cirugías.
Tras una inspección de la Secretaría de Salud Distrital, el pasado 2 de octubre, se hallaron daños en la infraestructura de cinco quirófanos, lo que generó una medida preventiva de cierre, hasta que no se hicieran las reparaciones y mejoras sugeridas.
En la visita se evidenció el deterioro de las salas de cirugía, las cuales presentan humedad y desprendimiento en la pintura, lo que podría –según los inspectores– generar riesgo de infección en los pacientes que fueran atendidos en esos quirófanos. El tiempo ha pasado y las salas continúan cerradas.
De acuerdo con el reporte entregado por el representante de los usuarios, Guido Santander, a corte del 21 de noviembre el Cari tenía una ocupación promedio del 26% de sus camas. Es decir, se trata de un hospital ‘fantasma’ o, como lo definió recientemente el también diputado Adalberto Llinás, “un hospital cerrado de puertas abiertas”.
Esta situación debe originar una profunda reflexión sobre el servicio de salud que reciben las personas más vulnerables del Atlántico, lo que necesariamente tiene que ir de la mano con debates periódicos de control en la misma Asamblea.
Las inversiones realizadas en los últimos años para mejorar la infraestructura de hospitales y puestos de salud han sido cuantiosas, pero el lastre de un sistema ineficiente a nivel nacional y los malos manejos administrativos que han puesto en jaque a varios centros asistenciales, siguien siendo una carga difícil de llevar.