El traslado de 2.000 soldados a Tumaco (Nariño), en la operación militar más grande realizada en el país tras la firma de la paz con las Farc, busca rescatar a ese municipio, y a otros de la Costa Pacífica, de la ola de inseguridad desatada por el narcotráfico.

Los militares se unirán a la Fuerza de Tarea Hércules para conformar un grupo de casi 10.000 oficiales, suboficiales y soldados, que emprenderán la misión no solo de combatir a las bandas de narcotraficantes, sino de evitar que sigan creciendo los cultivos de coca en esa región.

Según datos de la ONU, en Nariño está el 43% de las matas de coca del país, lo que convierte a esta operación en la más importante de los últimos años y en una oportunidad para el presidente Santos de mostrar resultados en esta materia, ahora que llueven críticas desde Estados Unidos por el aumento histórico de los narcocultivos.

La operación coincide con la filtración en la prensa norteamericana de una conversación sostenida por los presidentes Trump y Santos el 1 de septiembre de 2017, en la que el líder de la primera potencia mundial y máxima consumidora de la droga colombiana, regaña a su homólogo sudamericano por el incremento de la coca enviada hacia ese país. “Tenemos un desastre en nuestras manos y usted se preocupa más por la guerrilla que por los estadounidenses”, señala The Washington Post sobre las palabras empleadas por Trump.

El ‘regaño’, como ha sido calificado por la prensa colombiana y extranjera, ocurrió poco antes de que Trump amenazara con descertificar a Colombia en la lucha contra las drogas por el incremento de los cultivos en niveles muy superiores a los de los años ‘dorados’ de los carteles de Medellín y Cali.

Fue el jefe de gabinete de Trump, el general John Kelly, quien intervino para suavizar su postura hacia Colombia, y medió entre ambos gobiernos para rebajar las tensiones. Sin embargo, está claro que el compromiso es evitar que los cultivos ilícitos continúen ganando hectáreas en el sur del territorio nacional.

Es por esto que la operación, que se concentra en diez municipios de Nariño, busca retomar el control de una zona en la que confluyen el Clan del Golfo, el Eln y las disidencias de las Farc, lo que ha debilitado al extremo la presencia del Estado.

Ante la ausencia de oportunidades, en estas poblaciones la opción más rentable para miles de personas la constituye el cultivo de coca y amapola. Además, la tasa de homicidios es una de las más elevadas del país producto de la lucha de poder entre las tres organizaciones. Por esto, junto al componente militar, se requiere llevar por fin el Estado al Pacífico colombiano.