Luego de cinco meses, el Museo del Caribe reabre sus puertas al público de Barranquilla y del mundo. Fueron dos las razones de su cierre: la más comprensible de ellas, las obras de mantenimiento que no daban espera; la más preocupante, las afugias financieras que pusieron en riesgo su viabilidad.
Por fortuna, ambos escollos fueron superados, en gran parte gracias al apoyo de la empresa privada, y de nuevo la ciudadanía podrá disfrutar de una oferta cultural que se viene renovada.
Este episodio es un llamado de alerta, y una oportunidad para que la sociedad barranquillera, en medio del más importante proceso de crecimiento de su historia, haga suyo el compromiso que las ciudades importantes tienen con la cultura.
La apuesta del Museo del Caribe contribuye con ese objetivo, pero no es suficiente por sí sola. Las políticas públicas deben diseñarse pensando en que la cultura es igual de importante que las grandes obras de infraestructura, el aumento de las plazas de trabajo o la inversión social.
Una gestión cultural eficiente y sostenida, alejada de los vaivenes políticos y de los intereses coyunturales, garantizará que nuestra ciudad se deje ver del mundo, al mismo tiempo que recibe todo lo que en otras partes se produce en términos de artes plásticas, historia, música, literatura, cine.
Soñamos con una ciudad ávida de cultura, con cineclubes, museos, salas de conciertos; soñamos con facultades de bellas artes sintonizadas con las vanguardias; soñamos con más eventos que nos consoliden en el mapa mundial: ferias de libros, festivales musicales, encuentros académicos, exposiciones de pintura; soñamos con cineastas haciendo películas de temas locales, que no tengan que emigrar para poder tener oportunidades.
Porque para que nuestra ciudad sea en verdad todo lo grande que merece ser, no basta con canalizar arroyos y construir cientos de edificios; necesitamos con urgencia que la administración, los empresarios, las universidades, los jóvenes, los artistas, se sienten a conversar, y entre todos emprendan la tarea de convertir a Barranquilla en una ciudad culturalmente desarrollada. Los recursos existen, solo hace falta la voluntad.
Ojalá que la reapertura del Museo del Caribe traiga consigo la oportunidad de pensar en grande, y de no volver a incurrir en la indolencia que ha hecho que nuestra oferta cultural sea pobre, si la comparamos con algunas ciudades del país.
Es preciso comenzar de inmediato, porque la cultura es vida, madurez y desarrollo.