Unas horas después de que el general de división de la Fuerza Aérea venezolana Francisco Yánez publicara un video en el que desconoce el gobierno de Nicolás Maduro, las calles de Caracas se llenaron de manifestantes que exigían la salida del poder del chavismo.
Marcha que se llevó a cabo en el marco de la celebración simbólica del aniversario número 20 del gobierno chavista.
Algunos observadores asimilan la comunicación del alto oficial como la primera de muchas, anticipando un efecto dominó que terminaría con el apoyo, hasta ahora irrestricto, de la oficialidad de las Fuerzas Armadas, factor clave en la permanencia en Miraflores del cuestionado gobierno.
Sin embargo, se necesitará que la presión internacional y la protesta ciudadana no bajen de intensidad para que los militares renuncien a los privilegios con los cuales el régimen ha comprado su apoyo y se decanten por respaldar una salida pacífica a la crisis.
No es un secreto que la fragilidad de las instituciones venezolanas, que se mantienen a flote gracias a la lealtad que proviene de los cuarteles, puede convertirse en el fin del chavismo si el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea deciden, ya sea por miedo a la cárcel o por un tardío sentimiento patriótico, dejar solos a Maduro y a su corte.
Ayer, el presidente interino, Juan Guaidó, anunció que en los próximos días empezará el acopio de ayuda humanitaria en la frontera con Colombia y Brasil –y en una isla del Caribe–. Además solicitó a los militares dejarla entrar al país.
El opositor anunció también la creación de una “coalición mundial por la ayuda humanitaria y la libertad en Venezuela”.
Mientras Guaidó promete amnistías a militares arrepentidos, encabeza manifestaciones callejeras y continúa recibiendo los apoyos internacionales. Hay quienes afirman que Maduro, cada vez más acorralado, considera los posibles destinos de su huida, entre un puñado de países árabes y de Europa del este.
De cualquier modo, la salida del poder de los chavistas –pacífica o no–, depende, casi que exclusivamente, de la voluntad de los oficiales al mando de unas tropas que a estas alturas deben estar sopesando una decisión de la cual dependerá el futuro del país.
Si el chavismo se ocupó con cuidado de garantizar la lealtad de los militares para construir el fallido proyecto que terminó en caos, corrupción y dictadura, ahora siente que los fusiles terminarán sucumbiendo ante la evidencia del desastre.
Y sin fusiles dispuestos, no hay chavismo que valga.