El Concejo de Barranquilla celebró ayer un necesario debate sobre la situación de las personas con discapacidad, promovido por el concejal Ramón Ignacio Carbó, a quien el tema concierne de manera muy directa ya que él mismo se moviliza desde hace 33 años en silla de ruedas a causa de un accidente.
En la sesión estuvo presente una decena de personas afectadas por algún tipo de discapacidad, cuyo vocero desgranó los problemas a los que se tiene que enfrentar a diario este colectivo: obstáculos para la libre movilización, dificultades para acceder al mercado laboral, necesidad de mayor apoyo en materia de educación y salud...
También llamaron la atención sobre el hecho de que el censo de personas con discapacidad que adelanta el Distrito no refleja las dimensiones reales de la situación, ya que los 25.000 registrados hasta el momento representan casi la mitad de la cifra que, según ellos, maneja el Ministerio de Salud.
La secretaria de Salud distrital, Alma Solano, defendió la actuación de la administración y aportó cifras de inversiones en políticas públicas muy superiores a las que manejaban los invitados. Tras lo cual reconoció que, pese a los avances logrados, queda aún un largo camino por recorrer para lograr una integración plena y normalizada de este colectivo en la sociedad.
Estamos ante un asunto de enorme importancia social, en el que no se deberían escatimar esfuerzos de ninguna índole. Y, en ese sentido, el propio Concejo debería predicar con el ejemplo.
En primer lugar, reparando de una vez por todas el ascensor del edificio, dañado desde hace 17 años. Las personas con discapacidad que acudieron ayer a la corporación tuvieron que ser auxiliadas, incluso cargadas, para llegar a la sala de sesiones, como sucede a diario con el concejal Carbó, quien ha denunciado en más de una ocasión esta inaceptable situación.
En segundo lugar, mostrando más sensibilidad ante el tema. A la sesión de ayer asistieron 14 de los 21 concejales, y al final solo quedaban ocho. Como no había quórum decisorio para tomar alguna medida de fondo, se limitaron a aprobar una proposición según la cual la finalidad de la convocatoria se había cumplido y las explicaciones del Distrito habían sido satisfactorias.
No es, por supuesto, la mejor manera de tratar este asunto, que merece mucho tacto y empatía. Salvando los casos individuales de quienes asistieron a la totalidad del debate, el Concejo debería hacer una reflexión sobre su comportamiento de ayer, poco edificante en una institución que pretende conectar con la ciudadanía.
Y, sobra decirlo, lo mínimo que podrían hacer en señal de compromiso es reparar el ascensor.