Esta crisis puede ser una oportunidad para impulsar la vocación agropecuaria del Atlántico, generando empleo e ingresos, y de paso garantizando la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores y sus familias.
La Fundación para el Desarrollo del Caribe, Fundesarrollo, en un muy pertinente documento, hizo un cálculo de las pérdidas que, mensualmente, está dejando en la economía del Atlántico el Aislamiento Preventivo Obligatorio, la medida decretada por el Gobierno nacional para hacerle frente a la pandemia de COVID-19 en el país, y que confinó a la población desde el pasado 25 de marzo.
Estimó el impacto económico de acuerdo con una serie de variables que analizan el comportamiento actual de 54 actividades productivas y sus encadenamientos, la población ocupada según su edad y participación salarial, así como la informalidad, entre otros aspectos. Con estos datos, planteó tres escenarios con resultados variables dependiendo del grado de afectación y la reactivación de determinados sectores a partir del 27 de abril. El primero cuantificó la magnitud de la pérdida en 196 mil millones de pesos, el 0.5% del PIB del Atlántico; el segundo la ubicó en 1.8 billones, el 4.2% del PIB, y el tercero, el más pesimista, la situó en 2.6 billones de pesos, el 6.1% del PIB departamental. Esto por cada mes de la cuarentena y el análisis advirtió que, si las medidas restrictivas se prolongan aún más, se esperaría una pérdida acumulada para este trimestre del año de 4,6 billones de pesos, lo cual dijo “comprometería más del 14% del valor agregado del departamento en un año”.
Panorama complejo que urge a implementar acciones audaces, de corte contracíclico, que eviten que estas pérdidas económicas terminen profundizando la pobreza en el Atlántico, que ya es del 24.2% en su índice monetario y de 20.1% en el multidimensional, según el DANE. En una región donde 459 mil hogares, el 73% del total del departamento, son de estratos 1 y 2, los efectos de la pandemia pueden ser devastadores, especialmente en la ruralidad, donde podrían desencadenar un notable retroceso en la renta media per cápita y un considerable incremento del desempleo, lo que empujaría a un número considerable de ciudadanos a caer en la pobreza y en la pobreza extrema, donde ya se debaten en una lucha por la supervivencia diaria 23 mil familias del departamento.
La Gobernación del Atlántico anunció una estrategia para reactivar la economía durante la pospandemia, enfocada en tres ejes, la modernización agroindustrial, los créditos para los sectores formal e informal y las obras públicas, con la que espera superar el decrecimiento de la actividad económica, que en abril alcanzó el 45% en el departamento. Prioritario el trabajo, en alianza con la empresa privada, para transformar el campo en los municipios, especialmente en los del sur –Campo de la Cruz, Candelaria, Santa Lucía, Repelón y Luruaco –, donde se concentra el mayor porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas. Esta crisis puede ser una oportunidad para impulsar la vocación agropecuaria de esta región, generando empleo e ingresos, y de paso garantizando la seguridad alimentaria de los pequeños agricultores y sus familias.
La iniciativa también contempla que trabajadores formales e informales de los municipios del departamento, entre ellos, artesanos, confeccionistas, tenderos o motataxistas puedan optar por créditos blandos destinados a independientes golpeados por la coyuntura. Y adicionalmente, se invertirá en obra pública, trabajos de ingeniería y construcción para volver a crecer, rescatando proyectos pendientes y lanzando un plan para mejorar la infraestructura sanitaria, de agua potable y saneamiento básico y el espacio público del departamento, alcanzando influencia directa en el empleo de los municipios.
Superar los efectos económicos y sociales de la actual crisis sanitaria suscita enormes desafíos para estabilizar, recuperar y transformar los sectores productivos hoy en jaque por la suspensión total o parcial de sus actividades, en beneficio de su fuerza laboral. En esta monumental cruzada se requiere el liderazgo de las autoridades regionales, en este caso de la gobernadora Elsa Noguera, pero también es crucial el decidido respaldo del Gobierno nacional y el concurso de los gremios económicos, sectores políticos y empresariales, la academia, centros de pensamiento y todas las fuerzas vivas del departamento. Este esfuerzo debe ser extensivo a todos los ciudadanos para que, con firmeza y prontitud, se avance en este propósito común para cerrar filas contra la embestida de más pobreza y desigualdad para los más vulnerables. Si todos empujan hacia un mismo lado se allanará el camino hacia un Atlántico próspero post-COVID-19. Que así sea.