Dos millones de mujeres perdieron sus ocupaciones en Colombia entre marzo y mayo de este año, según el DANE, siendo las jóvenes, entre 14 y 28 años, y quienes se encuentran en la informalidad, las que han resultado más golpeadas por los efectos socioeconómicos de la pandemia.
La crisis sanitaria está ampliando la intolerable brecha laboral de género debido a que las mujeres, sin mayores opciones, han asumido horas adicionales de trabajo en oficios no remunerados en sus hogares o han entrado en la inactividad, es decir, no trabajan ni buscan emplearse, afectando su participación en el mercado laboral pago.
Esta situación extrema, que lamentablemente frena los avances alcanzados por las mujeres en bienestar económico y expectativas de desarrollo profesional amenaza con profundizar sus desventajas en acceso a la educación, elección de carreras, empleos bien remunerados, inclusión financiera y acceso a la tecnología, que ya existían desde antes del virus.
A nivel internacional más de lo mismo. La catástrofe laboral se ensaña con la mujer trabajadora y se estima que más del 54% de los puestos perdidos en el mundo por la COVID-19 estaban en manos de mujeres, a pesar de que solo el 39% del empleo global lo desempeña el género femenino.
Las mujeres, que afrontan una histórica problemática de desempleo estructural, tienen hoy casi dos veces más probabilidades de quedarse sin trabajo que los hombres a causa de la crisis.
Si no se adoptan políticas diferenciadas a favor de la igualdad de género, que mitiguen el impacto de la pandemia en las mujeres, será muy difícil contrarrestar esta dramática pérdida de empleos, que seguirá agrandando las injustas brechas de la inequidad. Un desequilibrio que le pasará factura a la economía mundial.
Según la consultora McKinsey, si no se acogen acciones para reducir estas marcadas diferencias se restará cerca de un billón de dólares al crecimiento económico global en la próxima década. En cambio, si se hiciera una apuesta fuerte por garantizar el empoderamiento económico y el empleo de las mujeres el PIB mundial podría ganar USD13 billones para el 2030.
¿Por qué las mujeres están resultando tan golpeadas? Entender su situación laboral y social es clave para actuar en frentes que aceleren su recuperación. Por un lado, las mujeres están vinculadas principalmente a sectores sociales, como comercio minorista, hoteles, turismo, eventos, educación y restaurantes, entre otros, afectados por los cierres y en los que el teletrabajo no es una opción. Adicionalmente, laboran más que los hombres en actividades informales, como el trabajo doméstico, del que se ha prescindido, en muchos hogares, debido a la crisis económica.
Estas mujeres, buena parte de ellas cabezas de hogar, se quedaron sin ingreso fijo de la noche a la mañana. Las cifras no mienten. Hace un año, las mujeres ocupadas en estas labores superaban las 670 mil y este año, apenas llegan a 424 mil, según el DANE.
Justamente por la falta de recursos y el confinamiento, mujeres que antes salían a la calle a trabajar hoy se encuentran en casa ocupándose de las tareas domésticas, del cuidado de los hijos y de la atención de los mayores. Debido a que la situación no variará en el mediano plazo, su reincorporación laboral será más lenta por las nuevas obligaciones adquiridas. La pérdida de capital humano femenino resultará inevitable, si se tiene en cuenta, además, que a muchas mujeres les costará adquirir nuevos conocimientos para ser competitivas en el nuevo y desafiante mercado laboral.
El mundo está empeñado, y hace bien, en buscar cómo salir de esta inédita crisis sanitaria, que ha desatado una carrera contrarreloj para expandir la capacidad de los sistemas de salud y lograr el desarrollo de una vacuna segura y efectiva, garantía de inmunidad frente al temible virus que lo trastocó todo.
Sin embargo, existen otros desafíos que no dan espera, como la generación de empleo femenino de calidad.
Toda iniciativa de reactivación económica debe contemplar un enfoque de equidad de género, es la mejor respuesta que el Gobierno nacional, los locales y los sectores privado y financiero le pueden dar a la actual crisis. Si no se diseñan medidas y planes de recuperación que brinden un impulso notable a la participación de la mujer en el mercado laboral, permitiendo su inclusión económica, facilitándoles muchas más oportunidades que antes y derribando las barreras que aún persisten, impidiéndoles avanzar y desarrollar todo su potencial, no habrá justicia ni prosperidad en la pospandemia. Una elección que no tendrá pierde.