El reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) empeora el pronóstico para la economía del país en 2020. La contracción será de 8,2%, más profunda que la estimada en junio de este año, cuando se habló de una caída del 7,8%. Contrario al desalentador panorama colombiano, la perspectiva en el resto de América Latina mejora: el FMI espera un desplome de 8,1% en el PIB de la región, dato menos pesimista que el 9,4% anterior.

En general, el panorama debido a la pandemia, la recesión global y la caída de los precios de las materias primas es bastante precario y se anticipa una recuperación lenta, en la que solo hasta bien entrado el 2023 se registrarían los niveles del PIB de 2019. Sin embargo, dice el FMI que en 2021 Colombia tendría un repunte en su economía de 4%, mientras que América Latina en su conjunto crecería 3,6%.

Este 2020, epicentro de la crisis sanitaria desatada por la Covid-19, pasará a la historia como el año en el que volvió a aumentar la pobreza global en más de dos décadas, concluyó el Banco Mundial. Los efectos del desastre económico, resultado de la pandemia, con una caída del PIB del 5,2%, – la mayor en casi un siglo – agudizarán las ya nefastas consecuencias de los conflictos armados y el cambio climático y empujarán a entre 88 millones y 115 millones más de personas a la pobreza extrema, con lo que el total se situará entre 703 millones y 729 millones en el planeta.

Las secuelas catastróficas de la pandemia también se sentirán en Colombia, donde Fedesarrollo estima que cerca de 5,6 millones de personas caerán en pobreza este año, elevando a 19 millones el número de ciudadanos en esta condición, el 38% de la población nacional. Una alarmante tasa que desde el año pasado, antes de la Covid-19, venía en aumento confirmando tendencias regresivas en la lucha contra la reducción de la pobreza.

En 2019, la pobreza monetaria en Colombia pasó de 34,7% al 35,7%: 661 mil colombianos más entraron a esta situación, en la que viven 17,4 millones de personas que ganan $327.674 al mes. La pobreza extrema también se disparó: del 8,2% llegó al 9,6% con el ingreso de otras 728 mil personas, y ya son 4,6 millones las que afrontan esta condición, sobreviviendo con $4.578 diarios. Datos oficiales entregados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) esta misma semana.

En la Costa, Riohacha, Santa Marta, Valledupar, Sincelejo, Montería y Cartagena aparecen entre las primeras 12 ciudades con mayor porcentaje de su población viviendo en la pobreza. Barranquilla se ubica en el puesto 20, entre las 23 capitales evaluadas por el Dane, de un listado que encabeza Quibdó y cierran Cali y Manizales.

Es innegable que las personas extremadamente vulnerables, como las mujeres cabeza de hogar y las familias más necesitadas, están entre las más afectadas al quedar expuestas a inseguridad alimentaria, retrocesos en mejoras de salud y crecimiento, tasas de supervivencia o avances en escolaridad. El progreso en la creación de capital humano en máximo riesgo: sólo en Colombia el retroceso se estima en 11 años, más de una década de avances borrados de un plumazo por el impacto de la pandemia.

Los grandes economistas y el propio Gobierno, como lo asegura hoy en EL HERALDO el ministro de Trabajo, Ángel Custodio Cabrera, reclaman medidas rápidas, significativas y sustanciales para reactivar el consumo; políticas para fomentar el empleo y el emprendimiento y mecanismos de protección orientados a sentar las bases de una recuperación sostenible e inclusiva y un crecimiento futuro. Todo es importante, pero ¿y qué hacer con el hambre que devasta a los más débiles? Esta precariedad no va a cambiar de la noche a la mañana.

Mientras esperamos que el Estado actúe, el Congreso legisle o las autoridades territoriales respondan a las demandas de los ciudadanos más pobres, se escribe a diario una incalculable tragedia humanitaria en la que los menores pagan el costo más alto. La solidaridad sigue siendo el camino con iniciativas como las donaciones al Banco de Alimentos. Actuar con prontitud y de forma colectiva es decisivo para afrontar esta crisis.