Tormenta en el seno de la Iglesia Católica tras la defensa del Papa Francisco a las uniones civiles de homosexuales, expresada en un documental, que no ofreció mayores detalles acerca de cuándo se produjo la declaración considerada como una nueva señal del talante inclusivo del pontífice argentino de 83 años. Un mensaje pastoral compasivo a favor de la población Lgbti, a juicio de sus defensores; pero toda una herejía, según representantes ultraconservadores del catolicismo que lo acusan de querer provocar un cisma.
“Las personas homosexuales tienen derecho a estar en la familia, son hijos de Dios, tienen derecho a una familia. No se puede echar de la familia a nadie ni hacerle la vida imposible por eso. Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil, tienen derecho a estar cubiertos legalmente”, fueron sus palabras en ‘Francesco’, el documental estrenado en el Festival de Cine de Roma.
Obispos como el exnuncio en Washington monseñor Carlo María Viganó, quien en 2018 pidió la renuncia de Francisco al acusarlo de encubrir los abusos sexuales de un cardenal, aseguró que sus “afirmaciones son totalmente heterodoxas y constituyen un gravísimo motivo de escándalo para los fieles”. No fue el único. Quienes desafían la visión abierta del Papa arremetieron contra él por contradecir las enseñanzas de la Iglesia, recordándole que la legalización de las uniones civiles de personas del mismo sexo, “que intentan simular un santo matrimonio, no es admisible”, dijo el obispo de Providence, Estados Unidos, Thomas Tobin.
Pero Francisco, el papa más progresista de la historia de la Iglesia – según vaticanistas – no habla del sacramento del matrimonio entre un hombre y una mujer, como lo concibe la Iglesia; ni se refiere a este tema por primera vez. Cuando era arzobispo de Buenos Aires, en 2010, ya defendía las uniones civiles entre homosexuales y en 2013, como Papa, durante su viaje de regreso de Brasil a Roma, señaló en una rueda de prensa, “si una persona es gay y busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”
Este reconocimiento público, aunque no cambia la doctrina de la Iglesia, sí eleva el tono del máximo jerarca católico a favor de un asunto que levanta ampollas: el estatus legal de las parejas del mismo sexo, excluido de leyes y normas de decenas de países en todo el mundo por cuestiones morales. Organizaciones defensoras de los derechos de la población Lgbti confían en que las palabras progresistas de Francisco tengan alcance político y puedan propiciar avances significativos en las naciones católicas donde estas uniones civiles aún estén prohibidas.
El paso dado por Francisco, a título personal, pero bajo su investidura de Sumo Pontífice, y calificado como histórico por grupos de católicos Lgbti, podría marcar un avance en la compleja y muy distante relación entre este colectivo y la Iglesia, a la que responsabilizan de poner talanqueras y discriminarlos en su lucha para lograr el reconocimiento de sus derechos y una verdadera igualdad social y política. Además, estos comentarios, recibidos como un espaldarazo a las parejas de gais y lesbianas, abrirían la puerta a una renovada feligresía o a devotos de las nuevas generaciones que, descontentos por una doctrina considerada como excluyente, se apartaron de su fe.
Aún es prematuro saber cuál será el alcance real de este mensaje o si trascenderá de las palabras a los hechos. Su potencial es enorme, eso sí, pero hay que insistir en que no se trata de un decreto papal ni de una decisión tomada en un sínodo, por ejemplo. Sin embargo, sí ha sido un importante punto de inflexión en el que vale la pena seguir profundizando.