En Barranquilla, los carros parquean donde mejor les parece, los motociclistas transitan con libertad por los andenes y demasiadas veces a los peatones les toca bajarse a la calle, arriesgando su integridad física, para hacerles el quite o dejarlos pasar. Si usted se atreve a reclamar aténgase a la andana de insultos del conductor del vehículo que lo gradúa de su peor enemigo por hacerle ver su irresponsable actitud al aparcar o circular donde no le corresponde.
Los andenes son para el peatón, que es el actor vial más vulnerable, sometido, con demasiada frecuencia, a todo tipo de obstáculos mientras realizan una actividad tan simple y cotidiana como transitar por una acera. Por un lado, están los vehículos parqueados encima de los andenes, y por otro, las dificultades en la uniformidad de los mismos: en una misma calle un transeúnte debe sortear rampas, escalones y hasta muros para seguir su camino. Difícil reto por las ‘subidas y bajadas’ cuando se trata de mujeres con bebés en coches paseadores o personas en condición de discapacidad desplazándose con la ayuda de muletas o en una silla de ruedas.
¿A quién le cabe en la cabeza semejante despropósito de que los peatones tengan que disputar un espacio en plena vía pública? Garantizar su adecuada accesibilidad es responsabilidad de las autoridades distritales llamadas a dar cumplimiento a lo establecido en el Manual de Espacio Público de Barranquilla acerca de la seguridad de los andenes mediante el uso de materiales antideslizantes y la adecuada separación e interacción entre peatones, vehículos y el mobiliario urbano.
El espacio público, entendido como el territorio de la ciudad en el que cualquier persona tiene derecho a estar y circular libremente para su uso y disfrute, como vías, andenes, plazas, plazoletas, bulevares, parques, zonas verdes y mercados, entre otros, está en mora de ser recuperado. Ejercer este derecho de manera responsable y consciente nos establece como iguales: una forma de construir cultura ciudadana con equidad. Un proceso de concientización que debe ir de la mano con la transformación urbana emprendida por el Distrito, a través de proyectos como Barrios a la Obra y Todos al Parque, para generar mayor sentido de pertenencia e identidad y cambiar paradigmas. Una tarea que no es fácil ni sencilla.
Importante paso que el Distrito empiece a socializar la puesta en marcha de un plan piloto para implementar las Zonas de Estacionamiento Regulados (ZER) para vehículos en la vía pública, como ya ocurre en otras capitales colombianas, lo que permitirá devolverles los andenes a los peatones y aliviar el caos vehicular por el insufrible parqueo en doble fila.
Barranquilla no cuenta con zonas de parqueo en puntos determinados altamente congestionados, en horas pico, por falta de plazas de estacionamiento. Organizar el espacio público de la ciudad mejorará las condiciones de movilidad gracias a este esquema de parqueo en vía mediante pago de una tarifa acordada, reducirá el impacto ambiental causado por los vehículos dando vueltas para estacionarse y, además, obtendrá recursos para invertir en más andenes y zonas verdes. Un modelo aplicado con éxito en decenas de ciudades del mundo para poner orden al mal parqueo con más controles.
Pensar en todos es fundamental. Desde los propietarios de inmuebles, residentes y comerciantes de los sectores impactados por el proyecto hasta los demás actores viales, pasando por los cuidadores de carros que derivan su sustento de esta labor. Definir tarifas adecuadas y facilitar la forma de pago, mediante dispositivos electrónicos ubicados en la zona o a través de una APP, favorecerá su uso. Estructurarlo bien, incorporándole estrategias pedagógicas e inclusivas, generará el mayor beneficio para los ciudadanos: peatones en los andenes y vehículos en las vías.