Por cada dos hombres que perdieron su empleo en el mes de octubre, siete mujeres se quedaron sin trabajo. Es la más reciente fotografía del impacto de la pandemia en el mercado laboral colombiano, que continúa ensañándose con las mujeres, un grupo poblacional especialmente vulnerable que, por efecto de la crisis, asumió tareas adicionales en el ámbito familiar y en la economía del cuidado tensionando aún más su sobrecargada actividad diaria.
A pesar de la recuperación de empleo en distintos sectores de la economía, la brecha de género no da tregua. 1,18 millones de mujeres, de entre 25 y 54 años, perdieron sus trabajos en el décimo mes del año en el país frente a 350 mil hombres, lo que equivale a una contracción del 12,4% en la ocupación femenina y de 2,7% en la masculina. Datos del Dane que dan cuenta de una imparable debacle laboral femenina.
Administración pública, educación y atención de la salud humana, alojamiento, servicios y comida, así como el comercio, sectores que emplean mayoritariamente a mujeres, fueron los que más destruyeron puestos de trabajo en octubre. La reactivación económica está en marcha, pero las actividades en plena recuperación, por ejemplo suministro de electricidad, agua y gas, entre otros, priorizan una participación laboral masculina, dejando a las mujeres sin posibilidades de ser contratadas. La exclusión de la mujer en este escenario tan complejo las deja expuestas a ser despedidas con facilidad y sobre todo, mucho más rápido y fácil que los hombres.
Sin opciones claras en el horizonte y sacudida por la inestabilidad laboral, soportando una reducción de ingresos en el núcleo familiar y teniendo que hacerle frente al cierre de jardines infantiles, colegios y centros para la tercera edad, la mujer terminó quedándose en casa para hacerse cargo de la educación de sus hijos y el cuidado de los adultos mayores asumiendo una abultada carga doméstica que debe realizar en condiciones muy difíciles de enorme desigualdad por la repartición de los roles.
Afrontar una situación económica tan desesperanzadora está llevando a muchas mujeres a reflexionar si deberían dar un paso al costado durante un tiempo antes de seguir desgastándose en la búsqueda de un empleo, mientras tienen que seguir al frente de sus responsabilidades en actividades de cuidado. Sin una política de equidad de género que favorezca la conciliación de la vida laboral y familiar, las mujeres se quedarán al margen de la recuperación pospandemia, lo que generará enormes retrocesos en la lucha hacia la igualdad de género en el país.
Las mujeres, especialmente las más jóvenes, se encuentran en una situación de extrema fragilidad teniendo que renunciar a sus actividades profesionales y carreras o a dejarlas estancadas, como consecuencia de la crisis. Urge diseñar estrategias que prioricen la contratación femenina en los sectores donde históricamente han tenido relevancia y abordar, sin mayores dilaciones, el debate sobre cómo compensar las tareas de cuidado del hogar reservadas, injustamente a las mujeres, lo que también favorece la discriminación y ensancha la brecha laboral de género.
Antes de la pandemia, saldar la deuda histórica con las mujeres colombianas era todo un reto frente al que se daban apenas tímidos pasos. Hoy ese desafío es monumental y seguirá aumentando, si no se adoptan medidas en los escenarios público y privado para frenar esta pandemia de la desigualdad que amenaza con lastrar a toda una generación. Un fracaso como sociedad que no nos podemos tolerar.