La inteligencia no la da los recursos económicos, sino la voluntad”, con estas palabras el rector del Colegio El Socorro de Bellavista, en Malambo, Humberto Vásquez, resumió el espíritu motivacional que este centro educativo promueve en sus estudiantes. Uno de ellos, Abel Eduardo Sarmiento De la Hoz, un joven tomasino de 17 años, se convirtió en uno de los mejores bachilleres del departamento al obtener un puntaje de 492 sobre 500 en las pruebas de Estado Saber 11 calendario A, que se realizaron de manera presencial en noviembre de 2020, el difícil año de la pandemia.

Meritorio lo de Abel Eduardo que superó enormes obstáculos para redoblar sus horas de estudio diarias en casa a través de la virtualidad, adaptándose a los desafíos impuestos por la emergencia sanitaria con el único objetivo de sacar adelante su preparación de cara al examen de Estado. También lo hizo Miguel Ángel Madroñero, alumno de la Institución Educativa de Sibarco, corregimiento de Baranoa, quien obtuvo 472 puntos sobre 500. Miguel estudiaba 12 horas cada día para alcanzar su sueño de un puntaje lo suficientemente alto que le asegurara una carrera universitaria. Lo hizo, incluso, mientras superaba un problema de salud que estuvo a punto de frustrar su anhelo.

Otro apasionado por el estudio, el barranquillero Alejandro Salas Durán, de 17 años, hace historia en Colombia, con otros dos jóvenes, al conseguir un puntaje perfecto de 500 puntos. Este muchacho, graduado en la Institución Educativa Alexander Von Humboldt, se quedaba hasta las 3 de la mañana, al frente del computador, reforzando su proceso de formación que cuenta se sustentó en la estrategia ‘Nuestra Ruta a la Excelencia’, de la Secretaría de Educación Distrital. Alejandro quiere ser ingeniero eléctrico y aspira a ingresar en la Universidad de los Andes, en Bogotá.

El admirable esfuerzo de estos chicos y el de 120 estudiantes de estratos 1 y 2 del Colegio Metropolitano de Soledad 2000 (Colmetro) – que gracias a sus buenos resultados en la prueba se hicieron merecedores a becas de excelencia académica y de equidad para ingresar a centros de educación superior – deben llenarnos a todos de un inmenso orgullo. Son ejemplo de tenacidad y compromiso, de una lucha basada en el esfuerzo personal y familiar con el invaluable apoyo de sus profesores, directivas y el resto de su comunidad educativa, lo que les ha permitido generar herramientas para cerrar brechas sociales y garantizar equidad educativa, toda una hazaña que merece ser destacada.

A pesar de los confinamientos, el prolongado cierre de escuelas y colegios y, sobre todo, los déficits del sistema educativo exacerbados por la pandemia, estos atlanticenses no renunciaron a sus sueños de excelencia y ante la adversidad supieron poner en valor lo positivo demostrando que es posible cumplir metas; por eso su gesta resulta mucho más preciada y constituye un ejemplo a visibilizar.

La educación, pilar de cohesión social y generadora de prosperidad, demuestra su fortaleza en medio de las profundas perturbaciones socioeconómicas que sacuden, por cuenta de la pandemia, toda realidad hasta ahora conocida. La actual crisis sanitaria ha exigido notables incrementos en los presupuestos destinados al sector salud; sin embargo, las administraciones municipales, la departamental y el Distrito deben continuar respaldando de manera irrestricta inversiones cada vez más robustas en materia educativa, una apuesta siempre rentable y segura porque redundará en beneficio del desarrollo social y económico del departamento y además permitirá el cumplimiento de la promesa de mayores oportunidades en el ascensor social, en el reconocimiento al mérito, sacrificio y entrega de las nuevas generaciones, como ocurre con estos jóvenes que hoy ven premiados sus esfuerzos. Aplausos para ellos.