La reactivación económica en Barranquilla permitió recuperar más de 120 mil empleos durante los últimos meses; sin embargo, el impacto de la pandemia ha sido tan descomunal que aún pasará un largo tiempo hasta que las turbulencias desatadas por esta crisis se estabilicen y la afectación cese. Sus consecuencias en la capital del Atlántico y en otros 37 territorios del país quedaron reflejadas en los resultados de la tercera medición de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos, que consultó, a través de canales virtuales durante febrero, a más de 30 mil personas que ofrecieron información sobre su bienestar subjetivo y autopercepción de pobreza, salud, educación, seguridad ciudadana y gestión pública.

En un momento de grandes decisiones como el actual, que encara la adopción de ambiciosas estrategias de recuperación sostenible a largo plazo, la valoración realizada por estos ciudadanos de todos los niveles socioeconómicos y grupos etarios constituye un insumo a tener en cuenta por las administraciones públicas para retomar el camino del crecimiento económico y la equidad social, preservando la salud que vuelve a estar amenazada por la expansión del virus en pleno ascenso del tercer pico.

La recesión en la que Colombia sigue sumida, y que ha agudizado el desempleo, la informalidad y la pobreza, continúa repercutiendo en el bienestar de los sectores vulnerables. En esta línea, el 56% de los habitantes de Montería y el 53% de los de Cartagena y Barranquilla se consideran pobres. Una autopercepción que aumentó 9 puntos entre julio de 2020 y febrero de 2021, especialmente entre personas de condición socioeconómica media y baja que insisten en soluciones priorizadas para generar empleo de calidad e ingresos.

Más del 50% de los consultados en Barranquilla aseguró que los ingresos de su hogar no les alcanzan para cubrir los gastos mínimos, el 78% manifestó que algún miembro de su entorno familiar perdió su empleo por la pandemia y cuatro de cada 10 indicó que un pariente pasó hambre por falta de recursos durante la semana previa a la aplicación del sondeo, siendo las localidades Metropolitana y Suroccidente las más afectadas.

Aunque en Barranquilla los ciudadanos dicen estar satisfechos con los servicios sanitarios y la enseñanza virtual recibidos durante la pandemia, la protección y cuidado de la salud mental y las mejoras en la calidad educativa y el acceso a herramientas tecnológicas son asignaturas pendientes que deben marcar el rumbo, sobre todo en la búsqueda de condiciones de bioseguridad para acelerar el regreso a la presencialidad bajo el modelo de alternancia. Persistir en una educación en la que niños y jóvenes afrontan serias dificultades para formarse a través de la virtualidad profundizará la brecha educativa y el retraso en su desarrollo emocional y cognitivo.

La percepción de seguridad en la ciudad y en el barrio es el tema que más cae a nivel nacional. En Barranquilla, residentes de las localidades Suroriente y Suroccidente son los que en mayor proporción señalan sentirse inseguros, a pesar de que la mayoría de ellos reconoce no haber sido víctima de un delito durante la pandemia. Recuperar la confianza ciudadana tiene que ser una labor constante de las autoridades, especialmente en tiempos de crisis como este, en el que las personas demandan una administración pública atenta a escuchar sus necesidades y una Policía honesta, cercana y sensible a la denuncia.

Los desafíos son monumentales. Los mandatarios locales, exigidos al máximo en su primer año de gobierno, deben redoblar esfuerzos en su gestión cuestionada por una opinión pública golpeada por el desánimo. Recobrar el optimismo, que también va en picada en muchas regiones del país, no es un asunto menor. Esta actitud es definitiva para lograr unidad a la hora de encontrar salidas a problemas comunes y articulación entre los distintos sectores para ponerlas en marcha. Que no falten la eficiencia, celeridad y colaboración para superar estas adversas circunstancias.