El proceso de vacunación no alcanza el ritmo esperado, y preocupa el incumplimiento en el suministro de las vacunas, sobre todo de la china Sinovac que había sido fundamental en la inmunización de los adultos mayores. En abril se esperaban más de cinco millones de dosis, apenas llegarán millón y medio. Esto ha obligado a las EPS a cancelar o reprogramar citas para esta población en varias ciudades, mientras que en algunos municipios del Atlántico escasean biológicos para vacunar a las personas de 65 a 69 años.

A pesar de haber logrado el objetivo de 3 millones de dosis aplicadas –incluso antes de la fecha prevista–, hoy genera enorme inquietud la irregularidad en el Plan Nacional de Vacunación durante abril con jornadas dispares de 135 mil o 117 mil dosis por día y otras de apenas 27 mil o 35 mil. Si persiste un ritmo de inmunización tan desigual y faltan biológicos, se corre el riesgo de no completar los esquemas de vacunación para 8,2 millones de ciudadanos de las etapas 1 y 2 antes de entrar a la 3, que arrancaría en mayo para inmunizar a personas entre 16 y 59 años con enfermedades preexistentes, educadores, cuidadores, personal de las Fuerzas Amadas y Policía Judicial de la Fiscalía y guardias indígena y cimarrona, entre otras.

A corte de 21 de abril, 5,5 millones de dosis han llegado al país, y se han administrado 3.977.780 primeras dosis y 1.231.864 segundas dosis. En Barranquilla y Atlántico, los porcentajes superan el 75,6 % y 82,6 % de aplicación respectivamente, y aunque sería alentador contar con reservas suficientes para acelerar el proceso en un momento en el que el virus no da tregua, la realidad nos enfrenta a un momento crítico. Ante el veloz contagio de la tercera ola por la incidencia de mutaciones y variantes cada vez más extendidas y la amenaza del desabastecimiento, gremios médicos reclaman flexibilizar el calendario de vacunación o aplicar dosis de diferentes laboratorios para completar los esquemas. Determinaciones hoy en manos del Ministerio de Salud, de cuya oportuna gestión dependerá evitar una deserción masiva de ciudadanos a la espera de sus dosis, aunque cada quien también debería tener claro que prescindir de las vacunas a las que tiene derecho es un decisión desafortunada que podría pagar muy caro.

En mayo se prevé la llegada de 7 millones de vacunas de Pfizer, Sinovac y AstraZeneca. Sin embargo, no son descartables otros retrasos que alteren la meta de obtener inmunidad colectiva para finales de año, por lo que sería deseable que el Ejecutivo gestione nuevas alternativas de acceso a vacunas o acelere la inmunización a cargo de los privados a iniciar en junio.

Colombia, como otras naciones latinoamericanas y europeas, cerró acuerdos con diferentes laboratorios para aprovisionarse de suficientes dosis, pero dificultades en la capacidad de producción y medidas de control de las exportaciones e importaciones – el nacionalismo de las vacunas– impacta la dinámica de las entregas. Las dosis son hoy un bien escaso por el que se compite en un mercado desigual en el que no hay suficiente oferta para satisfacer la demanda mundial, con lo que el riesgo de desabastecimiento pende como una espada de Damocles sobre un proceso en el que no se puede romper la cadena de inmunización. Estamos frente a un escenario extremadamente inequitativo en el que el único ganador es el virus y sus mutaciones.

Asegurar las vacunas es prioridad y una vez se tengan, medidas como abrir la vacunación a nuevos grupos poblacionales, inmunizar casa a casa como hacen ya dos EPS en Barranquilla y agilizar la labor de los privados deben ser consideradas para evitar que más personas se queden rezagadas en esta carrera por la vida.