La figura paterna es clave en el desarrollo integral del ser humano. El Congreso aprobó el proyecto de licencia parental compartida que, en una doble vía, propicia el tránsito hacia una sociedad más inclusiva. Por un lado, promueve la corresponsabilidad de los hombres en el cuidado de sus hijos recién nacidos y, en general, en los roles del hogar; y por otro, reduce la discriminación laboral de las mujeres en edad reproductiva. Sin duda, Colombia da un paso significativo en la dirección correcta para asegurar la crianza amorosa y positiva de nuestros niños y niñas que demandan elevados niveles de bienestar biológico y psicosocial, que aún están muy lejos de obtener.

Gracias a la nueva norma, la licencia de paternidad –que en la actualidad es de ocho días hábiles– se ampliará progresivamente hasta alcanzar las cinco semanas. Una vez sea sancionada, los hombres que se conviertan en padres recibirán dos semanas de licencia, y por cada punto porcentual de disminución de la tasa de desempleo estructural se sumará una semana. Adicionalmente, y este es uno de sus aspectos más relevantes, el articulado contempla que los padres distribuyan, de mutuo acuerdo, sus periodos de licencia. En el caso de las mujeres, el permiso –que es de 18 semanas– será obligatorio en las 12 primeras, pero a partir de ese momento las últimas dos semanas del padre y las últimas seis de la madre podrán ser duplicadas, de común acuerdo con sus empleadores, para trabajar medio tiempo desde sus casas.

Una ocasión excepcional para que los padres, conscientes de sus derechos y deberes mutuos, empiecen a construir una forma de vida conciliadora y respetuosa que claramente les será útil para disminuir tensiones frente a los retos del cuidado del hogar y la crianza, que no son pocos. Cuando los hombres se involucran en la distribución equitativa de las responsabilidades en casa, rebasando su tradicional figura de proveedores de recursos económicos para el sostenimiento de la familia, se logra un impacto positivo en el acceso de posibilidades de desarrollo de todos sus integrantes, lo que redundará en una mejor calidad de vida, en particular para los hijos. Ambos, madre y padre, son modelos en los que un niño forjará su identidad, además de aportarle sentido de pertenencia a una familia y a la sociedad.

La aprobación de la ley no solo permitirá que los hombres asuman una paternidad más responsable, o que las familias alcancen un clima de desarrollo pleno en beneficio de sus hijos. También es un acto de justicia con las mujeres sometidas a sobrecargas familiares y laborales insostenibles que limitan sus opciones de crecimiento o acceso a oportunidades en distintos ámbitos. Como lo indica la representante de los Verdes, Juanita Goebertus, ponente del proyecto, la licencia servirá para “equilibrar el mercado laboral entre hombres y mujeres”, en el que cada vez son más evidentes las brechas de género en todo sentido, tanto en materia de ocupación o de salarios, por ejemplo, entre otras problemáticas que se hicieron mucho más evidentes con la pandemia.

Revaluar los roles de género y defender la construcción de nuevas masculinidades forman parte de una transformación cultural imparable en la que se hace necesario reforzar, a través de políticas públicas y decisiones empresariales privadas, la conciliación de la vida familiar y laboral para enfrentar con coherencia la histórica y odiosa desigualdad entre hombres y mujeres. La ampliación de la licencia parental compartida es una apuesta política ambiciosa que merece tener el respaldo de todos los sectores de una sociedad que no solo debe aspirar a ser más justa, sino que debe acometer las acciones necesarias para que sea una realidad.