El presidente Nicolás Maduro está decidido a recuperar el control de Monómeros, filial de la petroquímica estatal venezolana Pequiven, que desde 2019 se encuentra en manos del gobierno interino de Juan Guaidó. El escenario para dar la pelea por una de las joyas de la corona de la fabricación de productos químicos para la industria y el sector agropecuario de Colombia es la mesa de diálogo recién abierta con la oposición, en México. La protección de la economía nacional aparece como uno de los puntos centrales del memorando de entendimiento firmado, a mediados de agosto, entre las partes para comprometerse a buscar salidas “pacíficas y negociadas” a la profunda crisis humanitaria, socioeconómica y política de su país.

El anuncio de la oposición de presentarse, a través de la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD), a los comicios regionales de noviembre –de gran relevancia política porque ofrece una señal de reinstitucionalización democrática– aclimata las conversaciones que se retomarán este viernes, en México, bajo la tutela de Noruega. Aunque es prematuro estimar cuáles son los escenarios por venir, el acercamiento entre gobierno y oposición, en el que se plantean “derechos políticos para todos”, además de garantías electorales, levantamiento de sanciones o reparación de las víctimas de la violencia, estaría produciendo sus primeros frutos.

El retorno de Monómeros, en últimas a Petróleos de Venezuela (PVDSA) –empresa dueña de Pequiven– se ha convertido para Maduro en una cuestión de honor. Eso significa que su negociación se sitúa, como él mismo lo ha señalado, en “la punta de agenda del debate” con la oposición. Es lógico que el Gobierno venezolano, en su propósito de romper la dependencia del petrodólar para consolidar una independencia productiva diversificada en el agro, apele a la devolución de una empresa líder en la producción de abonos y fertilizantes que, además, crece en ingresos, volúmenes de ventas, patrimonio y producción. En 2020, en medio del contexto de profunda recesión por la pandemia, Monómeros logró ingresos superiores a $ 1 billón con utilidades por$ 32 mil millones, un aumento de 224 % frente a lo registrado en 2019, revirtiendo tendencias de malos resultados anteriores. Es evidente que se trata de un activo estratégico con el que el vecino no solo obtendría un flujo constante de fertilizantes, como defiende Maduro, para contribuir a la recuperación del agro, sino también de importantes divisas que irían directo a las arcas del régimen chavista.

La estrecha relación que Monómeros tiene con Colombia, y en particular con el Atlántico, donde se ubica como la empresa número 15 en tamaño y 17 en ventas, enciende las alarmas sobre su futuro que hoy no parece del todo claro. Paradójicamente, por el buen momento que atraviesa. Perder a Monómeros, o por lo menos debilitar su sólida estructura financiera y actual capacidad de producción –luego de ser saneada–, sería un duro golpe para la economía colombiana que podría impactar la seguridad alimentaria de millones de personas. Pero sobre todo, afectaría enormemente la estabilidad económica y social de Barranquilla. Es oportuno que el presidente Iván Duque evalúe las cartas que pueda jugarse el país frente a las pretensiones de Maduro de retomar su control. Parlamentarios del Atlántico, como el representante César Lorduy y el senador Efraín Cepeda, proponen que el Estado compre o realice una apropiación –previo pago de una indemnización- al gobierno interino de Juan Guaidó. No es claro si esto es viable, pero sin duda, cuanto antes se debería abordar un debate equilibrado acerca de todas las opciones con criterios realistas y pensando en el bienestar general de los ciudadanos. Barranquilla y el Atlántico no se pueden quedar solos en la defensa de esta crucial empresa para los intereses de la nación.

El retorno de Monómeros, en últimas a Petróleos de Venezuela (PVDSA) –empresa dueña de Pequiven- se ha convertido para Maduro en una cuestión de honor. Eso significa que su negociación se sitúa, como él mismo lo ha señalado, en “la punta de agenda del debate” con la oposición.