Que miles de personas encuentren en Barranquilla y los municipios del Atlántico atractivos turísticos, más allá de las tradicionales ofertas de sol y playa de la franja costera del departamento, es uno de los grandes logros que deja este 2021. Las Rutas del Mar, de la Tierra y del Río aparecen, en la actualidad, entre las grandes apuestas para impulsar el crecimiento de la ‘industria sin chimeneas’ en esta región que hasta hace un tiempo no aparecía ni en las quinielas de los más optimistas como un destino de interés. Siendo sinceros, lo de mostrar era más bien poco, al punto de que muchos buscaban plan por fuera del territorio cuando familia y amigos anunciaban visita.
Cuán equivocados, sin embargo, estaban quienes creían que teniendo al lado a Santa Marta y Cartagena –indiscutibles polos de turismo en Colombia por sus reconocidos encantos naturales, históricos o culturales- Barranquilla ni los municipios tenían qué ofrecer a los viajeros nacionales y extranjeros para seducirlos. Por lo que no se debía invertir ni un peso en adecuar espacios o escenarios para incentivar el turismo. Para los escépticos, la realidad está demostrando que queda aún mucho por aprender en un sector dinámico que debe ajustarse, eso sí, a exigencias cambiantes, muchas de ellas impuestas por circunstancias externas, como la pandemia que, sin duda, ha hecho estragos en él.
La evolución del turismo hacia nuevas experiencias sostenibles y responsables, demandadas hoy por quienes buscan destinos distintos, abre la puerta a modelos que podrían encajar bien con las posibilidades existentes en el departamento. Identificarlos y potencializarlos a través de la oportuna estrategia ‘Ven Vive Barranquilla, Vive Atlántico’ dinamizaría este sector, como nunca antes, para expandir el portafolio de ofertas y, de paso, aumentar el ingreso de divisas por concepto de pasajeros y viajes que, a corte de septiembre de 2021, alcanzaba los USD1.900 millones, un 18 % más respecto al mismo periodo de 2020.
Que el Atlántico sea el tercer departamento más visitado del país en los primeros nueve meses del año o que Barranquilla haya recuperado las sillas internacionales que tenía disponibles en diciembre de 2019 son noticias importantes que nos sitúan en el radar del turismo doméstico e internacional. Los visitantes, a quienes se les debe asegurar una atención impecable, son fuente de generación de empleo e ingresos para diferentes sectores: desde el hotelero hasta el del transporte, pasando por el de servicios y el gastronómico. Lo cual mejora la calidad de vida de sus beneficiarios, como sucedió con los habitantes de los municipios de la Ruta de los Girasoles, una exitosa experiencia de agroturismo que vale la pena fortalecer en 2022.
Las lecciones aprendidas en Usiacurí, donde tras su intervención artística se disparó el número de turistas a un ritmo extraordinario, indican que el potencial en el Atlántico es incalculable. Con enorme acierto, la Gobernación ha sabido reconocer el principal atractivo temático de cada municipio, para promover en torno a él una dinámica de reactivación económica. En algunos casos, a través de alianzas estratégicas con el sector privado; en otros, con inversiones robustas respaldadas por la Nación, como ocurre en Puerto Colombia, que por estos días estrena nueva plaza, muelle, malecón, y en 2022 inaugurará un centro gastronómico internacional, un mercado de sabores y otro de artesanías. Toda una transformación turística que atraerá, como en los viejos tiempos, visitantes a este entrañable municipio costero.
Las experiencias de turismo comunitario en Galapa, Baranoa, Luruaco o Chorrera, en Juan de Acosta; el avistamiento de aves en Luriza, en Usiacurí; el ecoturismo en Tubará, así como el de sol y playa, repensada con su ordenamiento o con el centro de deportes náuticos, en Salinas del Rey, elevará el nivel de paisajes valorados por su sobrecogedora belleza. Lo mejor es que todo será posible encontrarlo en una página web que estaría lista en pocos días. Realmente conveniente.
Hay que dar un paso más para capacitar a los operadores y guías turísticos, artesanos, personal de servicios de hostelería, comerciantes e incluso transportadores, como se ha hecho ya con un grupo de caseteros de Puerto. Esencial para afianzar el boom de este sector, tanto en Barranquilla que empieza a despuntar como destino de turismo de negocios, eventos y compras, así como el del resto del Atlántico, donde la oferta de experiencias familiares o individuales invita a quedarse y volver. Se tiene con qué: el turismo puede ser uno de los motores que jalone la economía local, al ser una industria que nunca dejará de crecer si se sabe consolidar con visión estratégica.
La evolución del turismo hacia nuevas experiencias sostenibles y responsables, demandadas hoy por quienes buscan destinos distintos, abre la puerta a modelos que podrían encajar bien con las posibilidades existentes en el departamento. Identificarlos y potencializarlos a través de la oportuna estrategia ‘Ven Vive Barranquilla, Vive Atlántico’ dinamizaría este sector, como nunca antes.