Natalia Vikhlyantseva tiene completo su esquema de vacunación contra la covid-19, pero no podrá participar en el Abierto de Australia, que se disputará entre el 17 y el 30 de enero.
La tenista rusa, que ocupa el puesto 194 del ranking de la Woman Tenis Asociation (WTA), no podrá tener acción en el primer grand slam de la temporada por inyectarse las dos dosis de la Sputnik V, vacuna fabricada y dispuesta en su país. Este biológico no está aprobado por la Therapeutic Good Administration (TGA), la autoridad que regula los fármacos en la nación oceánica.
Aman Dahiya, de 17 años, tampoco moverá sus raquetas en las canchas de Melbourne. El tenista indio, número 78 en el escalafón de la Federación Internacional de Tenis (ITF), no pudo ser vacunado porque en su tierra todavía no abren la vacunación para menores de 18.
La vacuna es obligatoria para entrar en Australia, pero hay exenciones temporales para las personas que tienen “una condición médica grave”, que no pueden ser vacunadas por haber contraído la covid-19 en los seis meses anteriores o han tenido reacción adversa al fármaco, entre otras razones en las que no aplican los casos de Natalia Vikhlyantseva y Aman Dahiya.
A pesar de los impedimentos justificados para cumplir con las normas australianas, Vikhlyantseva y Dahiya no recibieron una exención y tuvieron que conformarse con ver el esperado torneo de tenis por televisión. Ni modo.
Novak Djokovic, que ha mostrado una posición abiertamente antivacuna y no ha puesto el brazo, por decisión propia, para que le inoculen las dosis que se le pide, ruega y exige a todo el mundo para tratar de mitigar y frenar los estragos e incertidumbres de la pandemia, sí recibió el anhelado permiso para entrar a Australia. Se lo otorgó Tenis Australia y el gobierno regional de Victoria, donde se juega el torneo.
Al tenista serbio, número uno del mundo, el que despierta expectativa, el que todos conocen, el que mueve patrocinadores, telespectadores y mucho dinero para los organizadores del torneo y sus diferentes marcas, sí le subieron el pulgar sin estar vacunado.
Sin embargo, muchos australianos, que se han sacrificado por casi dos años sin salir del país y acatando una serie de normas rígidas e incómodas en pro de la salud general, pusieron el grito en el cielo. Se presentó una polvareda y una indignación que propició que la Fuerza Fronteriza Australiana revocara el visado a ‘Nole’ y ordenara su deportación.
Los abogados del deportista recurrieron la decisión ante la justicia australiana y el lío se resolvería el lunes.
"No hay casos especiales. Las reglas son las reglas", dijo el primer ministro australiano, Scott Morrison.
Ojalá se terminen de cumplir esas palabras. Una figura de la talla de Djokovic, que debería dar ejemplo e impulsar la vacunación a nivel mundial para tratar de ponerle coto a tanta oscuridad y sufrimiento desde la aparición del virus, no debe gozar de la exención y pasar por encima de las normas aprovechando su condición de número uno. Eso ha quedado expuesto ante los otros casos de tenistas a quienes les negaron el permiso.
“Claramente nos dijeron por correo electrónico que no podemos ir, y la otra persona (Djokovic) puede, yo creo, porque recibirán dinero de los medios así como de los derechos de emisión y otros muchos lugares. Djokovic recaudará dinero en el Abierto de Australia y nosotros no”, opinó Jignesh Rawal, entrenador del indio Aman Dahiya.
La ley es para todos. No puede aplicarse de acuerdo con el carisma, la cuenta de banco, popularidad y nombre de la persona en cuestión. Menos en un asunto tan delicado con el que la humanidad está luchando y tratando de vencer. Nadie puede hacerse el loco con esto. Todos, hasta Djokovic, tienen que ver con el covid.