Lo del “islote” en el canal de acceso a la zona portuaria de Barranquilla, justo en frente del puente Pumarejo, convertido hoy en epicentro de atracción turística, parece un chiste. Bastante malo por cierto, porque no tiene nada de gracia. Del tema llevamos hablando una semana, luego de la notoriedad adquirida por la aparición del banco de sedimentos, situado en el kilómetro 20 del canal navegable, que se ha convertido en el nuevo escollo de la accidentada relación entre el gremio de los portuarios y económicos con Cormagdalena.

Por donde se mire el asunto es realmente preocupante debido a que se pone en riesgo nuevamente la navegabilidad por el río, aunque el calado operativo se ubique, en estos momentos, en 9,4 metros, gracias a las labores de la draga china. Al César lo que es del César: el equipo ha venido cumpliendo su tarea como corresponde. En el caso puntual del banco de arena, que algunos llaman “islote Pechuga” y Cormagdalena identifica como una extensión de isla Rondón, el cuello de botella se encuentra en las zonas de giro de entrada y salida de las embarcaciones que se desplazan por el canal de acceso.

Uno de los más críticos ha sido el vicepresidente de Asuntos Corporativos del Grupo Petromag, Clemente Fajardo, quien aseguró a EL HERALDO que el punto donde se ubica el inesperadamente célebre “islote”, en inmediaciones de la zona portuaria de Barranquilla, “concentra el 70 % de la actividad portuaria” de la ciudad. En otras palabras, el banco de arena –nuevo punto de encuentro entre pescadores, turistas y curiosos– se sitúa en el sector de mayor importancia de movilidad de carga de la ciudad.

¿No será que resulta prioritario resolver el tema antes de que el “islote”, por la sedimentación, continúe creciendo y se convierta con el paso de los días en un problema mucho mayor para la maniobrabilidad de las motonaves, e incluso provoque el bloqueo de una de ellas?

Las decisiones no pueden ser estáticas cuando estamos frente a una entidad tan viva y dinámica como es el río Magdalena. Las batimetrías, según precisó el director de Asoportuaria, Lucas Ariza, han mostrado “puntos muy bajos de profundidad”. No en vano, el gremio solicitó a Cormagdalena “dragar las zonas de giro”, lo que hasta ahora no ha ocurrido. Sin duda, como advierte el capitán del Puerto de Barranquilla, Jesús Zambrano, los actuales factores climáticos –producto de la temporada de sequía- que provocaron un descenso importante en los niveles del río habrían incidido en la formación o aparición de islotes.

Nadie está en capacidad de manejar el clima a su antojo, pero como sucede en el resto de los puertos del mundo existen recursos tecnológicos a disposición de los expertos, para que con la mejor información a su alcance puedan anticiparse o responder al impacto de estos fenómenos, tomando las decisiones más pertinentes. Cormagdalena ni las autoridades competentes lo deberían pasar por alto, so pena de volver a encallar en el mismo punto de inútiles controversias sobre la falta de un adecuado mantenimiento en el canal navegable. Actuar con celeridad es perentorio porque el “islote” es un “motivo de alerta”, como reconoce el jefe de la Oficina de Asuntos Portuarios del Distrito, José Curvelo. El consenso es general.

Luego de un fin de semana de intensa actividad ‘turística y deportiva’ en el “islote”, viralizado en redes sociales en las que también se ha cuestionado –cómo no– la gestión de las autoridades competentes, Cormagdalena anuncia que se intervendrán los kilómetros 17 a 21, donde se encuentran los bancos de arena más preocupantes. Sería recomendable que el Centro de Investigación e Ingeniería de la entidad, que conocía de su existencia a través de sus monitoreos, priorizara su dragado o considerara intervenciones integrales en el canal navegable.

Una vez más se hace imprescindible contar con una hoja de ruta soportada en información técnica y científica de alta calidad sobre el río que nos sirva para entender qué ocurre actualmente en ese sector y cuáles son potenciales afectaciones. No vaya a ser que este asunto derive, como en otros puntos del canal de acceso, en un dragado sin ton ni son que apenas resuelve el problema de manera temporal sin zanjarlo de fondo.