Colombia está convocada hoy a las urnas para hacerse escuchar en las primeras votaciones de 2022, un trascendental año electoral en el que se define el rumbo del país. La de este domingo es, ciertamente, una jornada con una carga simbólica importante por ser la primera, de carácter masivo, después de la pandemia de covid-19, emergencia sanitaria sin precedentes en nuestra historia que ha dejado severos daños económicos y sociales, además de miles de víctimas mortales a nivel nacional. Un cúmulo de efectos de toda naturaleza que aún se sienten en los sectores más vulnerables.

También es un momento crucial porque los comicios se convertirán en un termómetro que medirá el sentir ciudadano, luego del estallido social del año pasado que desató un clima de tensión y violencia por problemas de fondo que aún siguen sin ser superados de forma definitiva. Como si fuera poco, este proceso electoral, en el que existen escasas certezas sobre los resultados, se lleva a cabo con el inédito telón de fondo de una eventual tercera guerra mundial por cuenta de la invasión de Rusia a Ucrania, donde se estrecha el cerco sobre Kiev con nuevos ataques y amenazas de Putin, cada vez más delirantes.

Pese al cobarde accionar criminal de los violentos en los territorios más distantes o del avance de las maquinarias electoreras corruptas que ante los ojos de autoridades y organismos de control reinventan sus sofisticados métodos clientelistas, los ciudadanos aptos para elegir debemos valorar la enorme responsabilidad que está en nuestras manos. Asistir a las urnas para otorgar representatividad y legitimidad, a través del voto, a candidatos de nuestra libre y consciente preferencia nos permitirá incidir en la construcción de un país posible, en el que todos tengamos cabida. Es nuestro derecho político, pero sobre todo nuestro deber dejar la apatía o la indiferencia frente al momento histórico que nos ha tocado.

Sin duda, atravesamos una época convulsa e incluso, desalentadora en la que cuesta encontrar razones para votar debido a la terrible polarización y a una campaña llena de discursos de odio y confrontación, con pocas propuestas. Pero quedarse en casa no es la respuesta. Hay que renunciar al papel de espectador pasivo o mero crítico de la realidad nacional para ser protagonista, votando con libertad y plena consciencia, sin constreñimiento, presiones o dádivas, por representantes dignos, honestos, desprovistos de intereses mezquinos y, en especial, capaces de llegar a consensos en torno a objetivos comunes que conjuren riesgos de desestabilización institucional o de crisis políticas y socioeconómicas.

En juego está, antes que nada, la conformación del Congreso de la República –el segundo poder público en Colombia– del que saldrán las normas e iniciativas necesarias para asegurar la gobernabilidad del próximo jefe de Estado, responsable de encauzar el rumbo de la nación. Los nuevos parlamentarios, también encargados de hacer control político al futuro gobierno, cualquiera sea su orientación ideológica, están llamados a convertirse en un necesario y decisivo contrapeso a la hora de encarar posibles abusos del Ejecutivo. Ya es hora de que dejen de ser inferiores a su desafío democrático.

Cerca de 2 mil 500 hombres y mujeres buscan llegar al Capitolio –sin contar las listas de la circunscripción indígena, de las comunidades afrodescendientes y de los 450 miembros de organizaciones de víctimas de las 16 circunscripciones transitorias especiales de paz, varios de los cuales, lamentablemente, han renunciado por falta de garantías–. Todo un espectro de ideologías y partidos. La contienda presidencial, enmarcada en las tres consultas interpartidistas con 15 precandidatos, centró la atención de la opinión pública y de las redes sociales, una inédita arena política para competir, y ello no ha permitido que la elección legislativa tenga el protagonismo y la importancia que requiere. Sobre todo, porque la renovación del Congreso siempre será una señal de salud democrática.

Luego de conocerse los resultados del otro asunto en juego –las consultas del Pacto Histórico, Equipo por Colombia y Centro Esperanza– la campaña por la Casa de Nariño volverá a comenzar. Se da como un hecho el reacomodo de las fuerzas políticas, movimientos sociales y ciudadanos que también tienen mucho que aportar en este camino aún incierto. Para ir despejando la rutas a seguir, todos a votar hoy, con absoluta transparencia y convicción.