Los museos tienen el poder de transformar el mundo que nos rodea. Como proclama su Consejo Internacional (ICOM), entidad global con más de 44 mil miembros de 138 países que desde 1977 organiza cada 18 de mayo su día internacional, estos incomparables lugares son esenciales por varias razones, todas absolutamente relevantes. La primera de ellas, porque nos enseñan sobre el pasado conectándonos con nuestra historia y sus legados más significativos siendo una fuente inagotable de descubrimientos. La segunda, porque abren nuestras mentes a nuevas ideas ofreciendo formas innovadoras de abordar problemas y conflictos sociales actuales, lo que establece y mantiene diálogos interculturales, tiende puentes para crear una cultura de la no violencia o promueve el desarrollo sostenible.

Queda claro que los museos a través de sus principales misiones (recolección, conservación, comunicación, investigación, exhibición) son centros culturales excepcionales dedicados a promover el conocimiento y el libre pensamiento con el doble propósito de informar y educar a los integrantes de la sociedad. Por eso resulta fundamental que en lo posible sean espacios accesibles y gratuitos para fomentar su visita como una práctica habitual a iniciarse –sin falta– en los primeros años de vida. De hecho, el gran reto es lograr que ir a un museo sea visto como un goce en compañía de familia y amigos, en vez de una insufrible obligación académica o algo similar. El reto de las instituciones museísticas y de su personal, también de los centros educativos y de los padres o cuidadores, para estimular la pasión por estos sitios haciéndolos más atractivos, no se presenta fácil, pese a sus muchos beneficios, lo cual es realmente desconcertante.

Asumiéndolo como un reto colosal, la promoción de los museos –al margen de su naturaleza– requiere estrategias bien pensadas, además de incentivos o alicientes como las exposiciones temporales, por ejemplo, para que se despierte el mayor interés entre los públicos posibles. En este sentido, la cultura del mecenazgo y del patrocinio son inseparables a su éxito, teniendo en cuenta que los fondos públicos para estos lugares son extremadamente limitados. Casi en todo el mundo, salvo contadas excepciones e inclusive antes de la pandemia, los presupuestos destinados a financiarlos ya se habían recortado. Las consecuencias derivadas de la crisis sanitaria terminaron por profundizar las dificultades económicas por las que muchos de ellos atravesaban, acelerando en algunos casos su transformación a la digitalización.

Las conexiones virtuales en los últimos dos años se convirtieron en una salida recursiva que ayudó a muchos museos a mantenerse a flote a la espera de regresar a la absoluta normalidad. Sin embargo, este es un proceso de reconversión que, como en muchos otros escenarios de la vida pospandemia, llegó con vocación de permanencia y vale la pena que sea incorporado del todo para dinamizar otro tipo de relación con los espectadores en aras de su crecimiento y expansión. Difícilmente quien recorre un museo, descubre sus colecciones, se deleita con sus exposiciones o participa de las fascinantes posibilidades de conocimiento activo y sociabilidad que pone a disposición de sus visitantes o audiencias puede sustraerse en el futuro del placer de hacerlo otra vez. Este es un encuentro trascendente que forma comunidad y encarna imprescindibles valores de diversidad, diálogo y apertura, que siempre echamos en falta.

En el caso de Barranquilla y Atlántico, donde varios de nuestros museos más representativos lamentablemente se encuentran cerrados por distintas razones, (el Museo del Caribe, el Museo Romántico o el Museo de Antropología de la Universidad del Atlántico), la gran pregunta es: ¿si tenemos patrimonio, por qué no contamos con más de estos espacios para posicionarnos como un punto de referencia cultural en el Caribe y en Colombia? Sus beneficios en términos de educación de la sociedad o como reclamo turístico de calidad están más que comprobados. Aún tenemos un largo camino por recorrer para hacer de los museos los espacios donde se produzcan los cambios positivos que tanto demanda nuestra sociedad. Lograr su reapertura es prioridad. Visitar los que dan la pelea por mantenerse abiertos debe ser un compromiso permanente. Que no se quede solo en palabras. Larga vida a los museos.