Apenas el jueves de la semana pasada nos ocupábamos en esta página editorial de la siniestralidad vial desbordada en el Atlántico tras la muerte de una mujer en el choque de un taxi contra un tractocamión en la vía Oriental a la altura de Malambo, y advertíamos que solo en 12 días del mes de octubre ya iban 10 muertes por este tipo de causas en el departamento.
Finalizado el puente festivo de la semana de receso escolar la cifra ascendió a 12. Al entregar el balance operativo de la Policía, se informó que este fin de semana, hasta el mediodía de este lunes festivo se habían producido 15 accidentes que dejaron 2 muertos y ocho heridos.
Adicionalmente se reveló que se impusieron más de mil comparendos y se inmovilizaron 148 vehículos.
En 17 de esas 148 inmovilizaciones los conductores estaban al frente de sus timones bajo los efectos del alcohol. Si se mira el vaso medio lleno, es probable que se evitaran 17 accidentes de tránsito y quién sabe si el mismo número de muertes.
Pero si miramos el vaso medio vacío, es dramático y escalofriante pensar que 17 personas, de manera absolutamente irresponsable, decidieron beber y combinar el alcohol con la gasolina, convirtiéndose en una amenaza para ellos mismos y para quienes compartieron vía con ellos.
Los controles y los esfuerzos de las autoridades siempre apuntan a garantizar la seguridad vial, pero infortunadamente son insuficientes, como pasó el pasado sábado en la Vía al Mar, cuando un conductor de un vehículo particular arrolló con tal violencia al profesor universitario Luis Fernando Cortázar Avila, de 67 años, que terminó muerto en la carretera y con uno de sus brazos desprendidos de su cuerpo.
Cometido el hecho el responsable siguió de largo, huyó de la escena y fue alcanzado por testigos y policías. Al bajarlo del carro –se puede apreciar en los videos que circularon– era evidente su alto estado de embriaguez; además, una de las personas que viajaba con él llevaba en sus manos una botella que parecía contener licor.
Después se supo en la audiencia de imputación de cargos que se negó a practicarse la prueba de alcoholemia y no aceptó los cargos por el delito de homicidio doloso con dolo eventual. Qué guayabo debe ser despertar de una borrachera y encontrarse con que mataste a alguien por conducir de forma irresponsable, cuando esta persona hacía deporte y se recreaba para mantenerse saludable.
Los ciclistas cada vez están en más riesgo de practicar su deporte en las carreteras del país. A corte del 31 de agosto, han muerto 10 usuarios de bicicleta en el Atlántico, 6 víctimas más de las registradas en este medio de transporte en 2021 en el mismo periodo, según la Agencia Nacional de Seguridad Vial. En el país la cifra es de 280 frente a 286 del año pasado.
El profe Luis se suma a la lista de víctimas de siniestros viales, que ojalá no siga creciendo. Entre tanto, ayer, asociaciones y clubes de ciclistas realizaron un plantón para exigir más controles de alcoholemia sobre las vías para evitar más decesos. Pero ojo, la labor no es exclusiva de las autoridades, se necesita conciencia de quienes conducen y sanción social de quienes saben que alguien se sube a un carro después de haber estado tomando licor. No se atreva a manejar un carro borracho, no se puede ser tan irresponsable.