La destrucción de las talanqueras en el peaje Papiros ha sido el colofón de una tormentosa relación de más de 27 años entre los habitantes de Puerto Colombia y del resto del departamento, a decir verdad, con un vecino fastidioso de esos que se mastican, pero no se tragan.
Quienes acaban de llegar a esta discusión de vieja data, como los actuales inquilinos de la Casa de Nariño y sus entidades anexas, carecen de contexto frente al dolor de cabeza, o de forma más precisa, a la migraña crónica que ha sido para generaciones de atlanticenses la bendita caseta, de la que se ha exigido desde siempre su desmonte definitivo. De manera que resulta insólito e irrespetuoso que los señores de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), en vez de detenerse a conocer el detalle de la afectación de una situación límite para decenas de miles de personas, le hubieran bailado el indio, por un lado, a las administraciones del departamento y del municipio costero, y, por otro, a la misma comunidad que de distintas maneras ha expresado su creciente molestia mientras demandaba a los involucrados concertar soluciones.
Pese a su insistencia, estas nunca llegaron. Lo que sí se produjo, en las últimas horas, fue una respuesta destemplada de la ANI, además a través de un comunicado en el que aseguró, luego de los reiterativos llamados de la gobernadora Elsa Noguera, a quien el presidente de la ANI, William Camargo, dejó plantada en una reunión virtual, que la operación del peaje ha sido impactada por circunstancias “ajenas”, como los daños provocados por el invierno en la antigua vía a Puerto y las obras de la Gran Vía sobre la carrera 51B.
Indudablemente, no existe peor ciego que aquel que no quiere ver, tampoco entender ni mucho menos ponerse en los zapatos de quienes en medio de una crisis económica tan fuerte como la actual tienen que pagar el valor de un peaje, incluso varias veces en una misma jornada. Y en el que, adicionalmente, les toca armarse de paciencia para soportar interminables trancones por la cantidad de vehículos que intentan pasar en horas pico. Todo esto desencadena trastornos no solo en el bolsillo, también en la calidad de vida de familias con el tiempo medido para llegar puntuales a sus trabajos o salir de ellos y transportar a sus hijos a sus centros de estudio. Labor diaria convertida hoy en agonía.
Por supuesto que el efecto causado por la temporada invernal en la carrera 51B disparó el tráfico en la Vía al Mar. Hasta en un 208 %, dice la ANI. Sería ingenuo considerar lo contrario, cuando fue la misma Gobernación del Atlántico la que ordenó su cierre por seguridad desde el año anterior. Pero los avatares de esta realidad son solo una parte de una crisis, tan compleja como irresoluble, que lleva años incubándose, a tal punto que envejeció fatal.
Papiros, precisa la ANI y tiene razón en ello, es parte de un importante proyecto de conexión vial: el corredor Cartagena- Barranquilla a cargo ahora de Ruta Costera. Pero, aunque ha estado tanto tiempo ahí, al peaje se le considera un estorbo frente a la incontenible expansión urbana y al auge de la industria turística de la zona costera del departamento por sus incalculables impactos socioeconómicos.
Si bien es cierto que desde el año pasado se redujeron las tarifas en un 60 %, diferencia asumida por la ANI, también lo es que a 7 kilómetros de ahí se encuentra el peaje de Puerto Colombia y a 6 kilómetros el de Galapa, en la Circunvalar de la Prosperidad, ambos operados por la mencionada concesión. ¿Es o no una circunstancia que lo hace antitécnico? Si no es así, cuál debe ser el debate que tendría que darse este miércoles en cabeza del ministro de Transporte, Guillermo Re- yes, para que se logren conjugar, de una vez por todas, las reivindicaciones de una comunidad en pie de lucha frente a lo que estiman una afrenta que lesiona sus intereses. Gobiernos, Bancada del Atlántico y gremios también tienen la palabra.
Aquí no hay nada resuelto aún, pese a que existe pase libre. Lo de levantar la talanquera ni cuenta. No se trata de posicionarse en un lugar en detrimento de otro, sino de conciliar soluciones con voluntad. Hasta ahora, a la ANI le ha faltado. También para darle solución a la falta de iluminación de la vía. Se le acumulan los pendientes, ministro, venga con tiempo que la charla se anticipa extensa.