El derecho internacional prohíbe que las fuerzas ocupantes de un país transfieran a civiles del territorio en el que viven a otro, y con mayor severidad se aplica esta normativa si se trata de niños, que gozan de protección especial bajo la convención de Ginebra.

Así lo dejó claro este viernes la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya al emitir una orden de detención en contra del presidente ruso Vladímir Putin, quien sería el responsable de deportar a la fuerza a miles de niños ucranianos hacia Rusia.

Con esta medida, tanto él como Maria Alekseyevna Lvova-Belova, la comisionada para los derechos de la infancia de Rusia, podrían ser detenidos si salen del país y pisan alguno de los 123 territorios en los que aplica la jurisdicción de la CPI. Esto pese a que Rusia no suscribió el Estatuto de Roma de la Corte.

“Quienes creen que es imposible que el líder ruso rinda cuentas por los actos cometidos en Ucrania no entienden la historia”, explicó con firmeza el fiscal de la CPI, Karim Khan, quien ve posible que Putin enfrente un juicio por presuntos crímenes de guerra.

Y la historia nos ha dicho que ha sido así: tanto los juicios de Núremberg (1945-1946) –por los crímenes de guerra en la Alemania nazi– y el proceso judicial por el genocidio de Ruanda implicaron la lucha del organismo internacional contra poderosos líderes, que sin embargo llegaron a los tribunales. Entre ellos el lugarteniente de Adolf Hitler, Rudolf Hess, quien fue sentenciado a cadena perpetua y murió por su propia mano en 1987.

En contraste, hay muchas voces que plantean los desafíos de una medida como la presentada este viernes por la Corte, pues en primera instancia supondría que Putin no salga de Rusia para ser detenido, lo cual es algo que de todos modos el mandatario hace, pocas veces ha cruzado la frontera del país, y si lo ha hecho, como fue el reciente caso de su viaje a Irán, es para reunirse con países aliados o con intereses en común, muchos de esos incluso exintegrantes de la Unión Soviética.

En segunda instancia sería el mismo país el encargado de entregarlo, algo que definitivamente el Kremlin ha dejado claro que no hará. Y, en tercera instancia eso significaría que no se podría realizar ningún juicio en su contra, pues la CPI no realiza juicios en ausencia, por lo que esta vía también se encuentra cerrada.

Pero, más allá del accionar de la justicia, que por supuesto la comunidad internacional ha apoyado fervientemente luego de un año de incontables crímenes contra Ucrania, el mensaje debe calar como momento histórico en la medida en que se convierte en una esperanza para las millones de víctimas de la guerra alrededor del mundo de que existen instancias que pueden poner contra la espada y la pared a dictadores, autócratas y genocidas, por encima de las leyes locales y de los tergiversados sistemas de gobierno que se han implementado en algunos países del mundo.

Si bien debe entenderse que este es solo el primer paso de un proceso largo, la voz de la CPI se alza para cerrarle el cerco al ‘Zar de la guerra’ y convertirlo en el más buscado del mundo, una postura más que necesaria, teniendo en cuenta que, como la misma corte argumentó, los crímenes se siguen cometiendo y se debe hacer algo para pararlos.

También vale la reflexión frente a la importancia de que los países reconozcan, se suscriban y ratifiquen su participación en estas instancias, pues, en casos tan extremos como el de la guerra en Ucrania, sigue causando extrañeza que Estados Unidos o la misma Ucrania ni siquiera los reconozcan o los hayan ratificado.

Además, el mensaje de la CPI también debe mover a la comunidad internacional para que se codifiquen los crímenes de lesa humanidad en un tratado de derecho de reconocimiento global y por ende puedan ser sentenciados y penalizados como corresponde, como sí sucede con el genocidio y los crímenes de guerra. El rechazo a la violencia debe ser transversal a los gobiernos, las posturas religiosas y sociales, debe estar implícito en la estructura jurídica de la humanidad y, como tal, cualquiera que la perpetre debe ser señalado y procesado.