Colombia debe ser uno de los pocos países del mundo, tal vez otro podría ser México, en el que el mes de la madre es el más violento del año. Paradoja de la vida o, cabría señalar mejor, de la siempre absurda violencia debido al elevado número de crímenes que se registra durante este lapso. Históricamente, mayo es considerada una temporada crítica en términos de asesinatos, feminicidios, lesiones personales, agresiones sexuales y riñas, muchos de ellos perpetrados en contextos de violencia intrafamiliar y de pareja, en circunstancias de tiempo, modo y lugar, directa o indirectamente, asociadas a celebraciones en homenaje a mamá.

Los datos son elocuentes sobre la incidencia que provocan estas fechas en los ánimos de quienes por distintas razones terminan convertidos en víctimas o victimarios de sus seres más o menos amados.

Valdría la pena detenerse un poco para profundizar en los motivos de esta barbarie sin sentido y así tratar de evitar caer en la trampa de las emociones. Medicina Legal ha documentado más de 1.600 muertes violentas, casi todas de hombres, durante los fines de semana del Día de la Madre (viernes, sábados y domingos), desde el año 2009, cuando esta tendencia –hasta ahora irreversible– comenzó a hacerse más dramática. Por no hablar de las miles de riñas que se suceden durante estos períodos caóticos de conmemoraciones que en algunos lamentables casos desencadenan irreparables tragedias o duelos familiares.

Justamente, ahí está la clave de esta violencia tan particular que retrata una serie de conflictividades no resueltas en el interior de hogares distanciados por años que se reencuentran con ocasión de una fecha tan especial.

¿Cómo encontrar la fuerza para darle un manejo adecuado a las emociones cuando surgen los conflictos en el interior de las familias y comunidades? Sobre todo, en un momento desafiante por el enconamiento de masculinidades tóxicas que intentan imponer disparatados relatos de violencia de género que contaminan a las nuevas generaciones a través, por ejemplo, de diferentes tópicos, entre ellos canciones con letras que pisotean dignidades sin dolor.

No es un asunto de fácil trámite, porque nada de esto es casual. Lo sabe de sobra la directiva de la Red de Mujeres del Atlántico, Emma Doris López, quien en diálogo con EL HERALDO hace un llamado para que en las redes sociales, caja de resonancia de conductas cada vez más iracundas, se procure una “gran cruzada de respeto, tolerancia y unidad” en protección de las mujeres.

Es verdad que es responsabilidad del Estado ofrecer una respuesta efectiva en materia de seguridad y convivencia, pero también lo es que cada ciudadano, como parte de una sociedad armónica, debería hacer mucho más para comportarse como un ser racional y razonable.

Ingerir licor hasta perder el sentido como si el mundo se fuera acabar al día siguiente aparece como uno de los detonantes más recurrentes de los hechos de violencia durante el fin de semana de las madres.

El alcohol facilita que salgan a la luz viejas rencillas no superadas con miembros de la familia a los que en esta fecha se les suele volver a ver de manera inesperada. Con estos antecedentes, como ocurre con la velocidad, mezclar trago con emociones podría producir resultados fatales si no se acude a un imprescindible control de las pasiones.

Abandonemos toda esperanza si, adicionalmente, son hogares en los que la única forma conocida para resolver sus problemas son los golpes. No habrá Policía, Fiscalía ni sistema de justicia que pueda conjurar esta situación.

¿Qué se debería hacer para no volver a lo mismo, año tras año, indefinidamente? Las propuestas abarcan distintas acciones, pero en casi todos los análisis prima una. Hay que educar en convivencia ciudadana para erradicar la nociva cultura de la violencia: la física, sin duda, pero también la que se expresa en burlas, comentarios ofensivos e hirientes, chantajes emocionales o presiones sicológicas.

Patrones culturales que tendrían que desactivarse en la escuela o en otros espacios de formación para cambiar mentalidades y fortalecer las capacidades de la sociedad para resolver sus diferencias de forma pacífica y no a las patadas voladoras. Es orden social. Que este sea un buen regalo para mamá en su día, que no merece menos que amor y respeto.