Periodista, cronista, editor, pro­ductor de televisión, locutor, guionista, cineasta, gestor cul­tural, pero sobre todo maestro. Así de diverso y variado es el abanico de perfiles en los que desde muy joven He­riberto Fiorillo desplegó todo su talento, ingenio y creatividad, y así de amplio y memorable será para la cultura del Caribe colombiano y el país el legado multicultu­ral del hombre al que se le ocurrió exhibir “la reflexión como espectáculo”, como reza el eslogan del Carnaval Internacional de las Artes, el espacio que ideó para dar rienda suelta a todas sus pasiones, impul­sado por otro de sus grandes aportes: la Fundación Cultural La Cueva.

Este lunes se detuvo el corazón físico de ‘Fiori’, como lo llamaban todos los que tuvieron el privilegio de gozar de la amis­tad y el buen humor que le reconocían al barranquillero que se encargó de retratar y multiplicar la memoria cultural de la región Caribe con cada una de sus inicia­tivas, empezando por el periodismo, el oficio con el que pudo conquistar la pren­sa escrita, la radio y la televisión local y nacional, donde le reconocen su capaci­dad y sensibilidad para contar historias, sin dejar de lado el rigor y la disciplina propios del ejercicio.

No obstante, a partir de ahora segura­mente palpitará con más vigor y fuerza la huella de sus ejecutorias y de las ini­ciativas con las que se convirtió en uno de los grandes gestores culturales de Ba­rranquilla y de Colombia, al rescatar la esquina de La Cueva, donde se cocinó el famoso Grupo de Barranquilla, y con ella una serie de proyectos que mantuvieron encendida la antorcha de la cultura en la capital del Caribe colombiano. Con su le­gado se encargó de dejar los testigos en las manos indicadas para continuar adelante con la carrera para fomentar nuevos crea­dores, nuevos artistas y más escenarios de reflexión.

En un reciente documental que preparó RTVC, el sistema de medios públicos, para homenajearlo previo a la XVII edición del Carnaval de las Artes que se cumplió en abril de este año, amigos, colegas y discí­pulos de Heriberto Fiorillo recrearon con sus descripciones su talante profesional y personal. El buen humor fue el punto común que encontraron todos los que ofrecieron su testimonio para resaltarlo, acompañado de la serenidad mental, la racionalidad y tranquilidad con la que resolvía cada reto o dificultad que se le imponía.

Al conocerse la noticia de su fallecimien­to y escarbando en los recuerdos de sus amigos para rendirle homenaje, en esta casa editorial, surgió entre las anécdo­tas la entonces inusual y rara costumbre –al menos así parecía en ese momento de su adolescencia y juventud– que tenía Fiorillo de cargar con un diccionario y aprenderse cada noche por lo menos 12 palabras que después compartía con sus compañeros del colegio. Esa es solo una muestra del porqué y del cómo construyó un lenguaje único y al mismo tiempo tan simple y universal para comunicar lo que captaba con sus sentidos.

Durante 72 años de vida Heriberto Fio­rillo hizo de todo y como quiso. Incluso ser editor general de este medio de co­municación, en donde puso su sello para impulsar la crónica y que la cultura fuera un tema de primer orden en la agenda periodística. Eso mismo hizo en Cromos, El Espectador, el Diario del Caribe y en los noticieros de televisión que dirigió.

Su buena pluma también quedó grabada en los guiones de cine y documentales que desarrolló y que le merecieron múlti­ples reconocimientos.

Hablar de Heriberto Fiorillo es hablar de todos los sueños que concretó en torno a las artes y la cultura, de la persistencia para in­ventarse cada nuevo proyecto y convencer a otros para construirlo, porque siempre quería más. Con la bacanería propia del ser caribe cultivó y conquistó a quienes hoy quedan con la enorme tarea y responsabi­lidad de mantener el legado de hacer cada vez más profunda la ‘Cueva de creadores’ para ampliar los horizontes de las artes y la cultura de la Barranquilla a la que siempre quiso volver, aún a pesar de todo su reco­rrido. ‘Fiori’ será siempre el dueño de un legado multicultural e intergeneracional.