Datos del Centro Cibernético de la Policía Nacional evidencian que el Atlántico es la quinta ciudad con mayor número de denuncias de delitos cibernéticos. Y del mismo modo su capital, Barranquilla, es una de las ciudades con mayor cobertura de conectividad a internet con un estimado del 72 %, por encima de la media nacional que está en el 60 %, mucha de esta conectividad está concentrada en teléfonos móviles, según le confirmó a EL HERALDO el ministro de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
Dentro de esas posibilidades de acceso –que aún es muy limitada para ciudades intermedias y zonas rurales– los niños y adolescentes tienen un papel central, pues cada vez esta población tiene mayor acceso a menor edad a los entornos digitales sin la prevención y la educación necesarias para defenderse en esas junglas informáticas en las que pueden toparse con delincuentes al acecho para acosarlos, extorsionarlos o inducirlos a prácticas peligrosas para su integridad emocional y sexual.
A partir de ese panorama el Ministerio TIC escogió a Barranquilla, puntualmente el sector de Villas de San Pablo, para presentar su estrategia 1,2,3 x TIC, con la que busca “promover un entorno digital seguro para generar confianza en el uso y apropiación de las TIC” en todos los grupos poblacionales, pero especialmente en niños y adolescentes, mediante el desarrollo de charlas, talleres y actividades orientadas a que puedan desarrollar sus habilidades y hábitos digitales y así enfrentar con seguridad los riesgos que abundan en la Internet.
Las tecnologías de la información y las redes sociales no solo llegaron para quedarse sino que han copado cada espacio de la vida cotidiana de los seres humanos, creando incluso situaciones de dependencia digital en todas las edades y grupos sociales, al punto de que en un mundo hiperconectado paradójicamente estamos cada vez más aislados. Esa situación, denominada ciberdependencia, es precisamente uno de los comportamientos o patologías que busca atacar el ministerio y enseñar el uso moderado y responsable de los dispositivos móviles y videojuegos y la infinidad de aplicaciones y recursos que ofrecen.
Tal es el nivel de dependencia que estudios del Mintic dan cuenta de que en Colombia el 79 % de las personas tienen cercanía emocional con su celular; niños y jóvenes entre los 8 y 18 años pasan en promedio 44,5 horas por semana frente a las pantallas de computadores y dispositivos electrónicos; y casi el 23 % de los jóvenes informan que tienen adicción a los videojuegos.
Todos estos comportamientos normalizados en la realidad de hoy no son enrealidad normales y afectan la salud emocional y social de las personas, por lo que es imperativo que en escuelas y hogares empiece la tarea de desintoxicación y desconexión digital para darle cabida a la reconexión como seres sociales que somos con familia, compañeros de trabajo, de escuela y amigos para recuperar las conversaciones, la atención y las emociones propias del contacto visual y físico con quienes se sostiene un diálogo.
No en vano se conoció que recientemente en Suecia frenaron el plan de educación digital para retornar a los libros de texto, esto después de los resultados del país en comprensión lectora en las pruebas internacionales PIRLS. Decisión controvertida, pero que abre la reflexión sobre el exceso de exposición y uso de las herramientas tecnológicas.
Otro aparte importante es la prevención del sexting y del grooming, al que cada vez con más frecuencia están expuestas las personas, con mayor facilidad los niños que sin conciencia del peligro en el que se encuentran pueden acceder a dar información o suministrar fotos comprometedoras de sus cuerpos que pueden ser usadas posteriormente para prácticas delicitivas.
Por todas estas razones es más que oportuno que desde el Ministerio TIC se impulse este programa con todos los organismos competentes y bajo la articulación requerida para trabajar de la mano en la protección de los derechos fundamentales como la privacidad, la dignidad y la seguridad y lograr entornos digitales seguros y provechosos.