El pasado jueves de esta semana los alrededores del estadio Edgar Rentería amanecieron atiborrados de personas haciendo una larga fila que rodeaba el escenario deportivo y que incluso se extendía hasta la Vía 40. Había personas de todas las edades, hombres y mujeres, algunas de ellas con hijos en brazos, la gran mayoría con carpetas en sus manos con sus hojas de vida y documentos en busca de una oportunidad laboral.

Se trataba de la feria de empleo impulsada por el Distrito, a través de su Centro de Oportunidades, y la agencia Magneto, ‘Empléate Barranquilla’, en la que 30 empresas del país pusieron a disposición mil vacantes. En la jornada participaron unas 7 mil personas, conforme a los registros previos de la plataforma para participar en ella.

La gran afluencia de interesados y congregados en una interminable fila bajo el inclemente clima que por estos días golpea con su calor los cuerpos en Barranquilla no es otra cosa que la muestra más fehaciente de las necesidades de muchos ciudadanos, en plena etapa productiva, de encontrar un lugar de trabajo para devengar un salario y llevar el sustento a sus hogares.

El sacrificio merecía toda la pena, pues la fe de emplearse de manera formal los mantuvo allí, pero solo 1000 de los 7000 que asistieron consiguieron o conseguirán el objetivo. Entre tanto, el resto, los otros 6000, seguirán en la ardua tarea de tocar puertas y remitir sus currículos a las diferentes plataformas y agencias de empleo de la ciudad hasta lograr ubicarse en una empresa.

Solo quien está desempleado o lo ha estado por largo tiempo es quien mejor puede describir la angustia de no contar con un ingreso fijo. Por ello no es menor la preocupación de distintos sectores políticos y económicos porque el país pueda concebir una reforma laboral que dignifique las condiciones de los afortunados que ya cuentan con un empleo formal, sino que además genere nuevos puestos de trabajo para recibir al enorme número de desempleados o de trabajadores informales que hay en Colombia.

El último dato de desempleo publicado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, correspondiente al mes de abril, revela que el indicador está en 10,7 %, ligeramente por debajo de la tasa de desempleo del mismo mes de 2022, cuando se ubicó en 11,2 %. En el caso de Barranquilla, la tasa de desempleados bajó en el mismo periodo del 12,7 % al 11,9 %, pero la informalidad aún está en 57,2 %, es decir que de cada 100 trabajadores 57,2 son informales, según el reporte del trimestre febrero–abril de este año del Dane.

A pesar de que las estadísticas indican que la capital del Atlántico está en la mitad del ranking de las ciudades con mayor desempleo –en el décimo lugar entre las 23 que mide el Dane–, la informalidad es un desafío con muchos obstáculos por superar. Por eso es importante que se abran espacios como la feria Empléate, que resultó todo un éxito por la convocatoria y la participación, pero que requerirá un mayor compromiso de los empleadores de la ciudad para invertir en la apertura de nuevos puestos de trabajo y así poder aumentar las vacantes ofrecidas en sucesivas jornadas.

Los expertos, empresarios y congresistas consultados por EL HERALDO en la edición de hoy coinciden en que hará falta una mayor disposición al diálogo y al consenso del Gobierno para construir una nueva propuesta de reforma laboral que se ponga a tono con las nuevas formas de trabajo, con las nuevas tecnologías, de manera que, como no, los trabajadores tengan mejores condiciones salariales y contractuales, pero que también incentive una mayor formalización del empleo y se amplíen las ofertas laborales para el ejército de desocupados e informales en todo el territorio nacional.

Es una oportunidad de oro para escuchar a todos los sectores económicos y las distintas vertientes políticas en aras de construir para la próxima legislatura un proyecto que concite y concilie todas las propuestas para lograr la mejor reforma posible. Se puede, solo hará falta voluntad.