Las 00:00 horas de este jueves 3 de agosto marcaron el inicio del anunciado cese el fuego entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional, que comenzó sin la certeza de que esta organización armada garantizaría el cese de hostilidades contra la población civil, que ha sido la gran demanda sobre todo en los territorios donde ejerce mayor presencia y operaciones.
Por ahora, lo que se sabe por las declaraciones de las partes es que no habrá ofensivas militares ni del ELN contra la fuerza pública ni viceversa. Solo eso, porque el gran cuestionamiento ha sido precisamente que no se conoce un listado concreto de acciones permitidas o prohibidas, solo el compromiso de “no realizar acciones prohibidas en el Derecho Internacional Humanitario (DIH)”.
En el instructivo impartido por el Ejército Nacional sí se especifica que la organización subversiva tendrá movilidad en sus zonas de injerencia y no podrá ocupar nuevos espacios.
Esta primera jornada del mencionado cese tuvo como epicentro la instalación del Comité Nacional de Participación, conformado por 81 miembros. El acto protocolario no dejó precisamente claros los protocolos bajo los cuales se llevará a cabo el cese durante 180 días hasta el 29 de enero de 2024. Pero lo que si dejó claro el propio ELN, en palabras de Aureliano Carbonell, integrante de su equipo negociador, es que no hay un compromiso de la guerrilla para suspender las rentas que obtiene de actividades ilegales como el secuestro y la extorsión, ya que el tema de las finanzas de la organización se está estudiando, pero “no está en la mesa”.
Sin ningún sonrojo los voceros del ELN expresaron que las actividades de financiación seguirán a nivel general porque “la organización no puede debilitarse estratégicamente”. Probablemente todo el mundo en este país desea que la paz total, principal bandera del gobierno del presidente Gustavo Petro, se convierta en una realidad medida y verificable, pero también es cierto que los precedentes de esta guerrilla con otros gobiernos no permiten ser optimistas.
Ni siquiera con los ejercicios previos que se han dado durante este primer año de mandato del Pacto Histórico en cabeza de Petro, ya que solo en la fase de alistamiento, que comenzó el pasado 6 de julio, ese mismo día el frente que opera en el Catatumbo asesinó a tiros a tres policías en Norte de Santander y secuestró a la sargento del Ejército Karina Ramírez con sus dos hijos menores, uno de ellos autista, en Arauca. Sin contar con el paro armado que se anunció en Chocó por esos días que obligó a un nuevo confinamiento de la población en San Juan y Sipí.
Obras son amores, que no buenas razones. En este proceso de negociación la confianza y la credibilidad tendrán que cobrarse trascendiendo de las palabras, de los discursos, para materializarse en acciones que de verdad evidencien voluntad de paz. El Gobierno nacional ha puesto todo y hasta más para que el proyecto de paz total avance y llegue a buen puerto, tanto que se le ha cuestionado fuertemente y señalado de tener amarrada a la fuerza pública y por la desgastada figura del gestor de paz que hasta ahora ha recaído en personajes con largos prontuarios criminales para los diferentes procesos en curso o que el Gobierno intenta concretar.
En lo que tiene que ver con el ELN, el problema es que esta guerrilla ha sido –al menos hasta ahora– incoherente entre su discurso y su accionar.
Amanecerá y veremos si el ELN cumple su palabra empeñada esta vez. Para ello el sistema de Monitoreo y Verificación liderado por la ONU además del propio monitoreo anunciado por la Defensoría del Pueblo serán centrales para seguir el día a día del cese más largo pactado hasta ahora con esta guerrilla y que tantas prevenciones genera en los sectores políticos y en la propia ciudadanía que solo espera no quedar en medio de combates y seguir padeciendo por su acción delincuencial.
El inicio del cese del fuego con el ELN coincidió, lamentablemente, para el presidente Petro con un arsenal de revelaciones que salpican y dejan mal parado el camino que recorrió para estar en la Casa de Nariño. Se vienen días más que difíciles para el mandatario. Ojalá que su situación personal no termine afectando este proceso y una vez más se frustre la posibilidad de un acuerdo de paz con el ELN. El orden público del país está en un momento crítico.