En momentos en que el fenómeno de El Niño es inminente en el planeta y por supuesto en Colombia, la falta de lluvias, el peligro de incendios forestales y las olas de calor son preocupaciones centrales que cada vez son más cotidianas en el diario vivir de cualquier ciudadano que probablemente nunca antes se preocupó al oír hablar sobre el cambio climático y sus efectos.
Pero en el caso de la región Caribe se adiciona una preocupación que lesiona el bolsillo de sus habitantes: las altas tarifas de energía que castigan la economía de miles de hogares de esta que es una de las regiones con mayores índices de pobreza del país.
Y justo en ese panorama en el que se enmarca la realidad del Caribe colombiano, el Gobierno nacional apeló a una emergencia económica, ecológica y social como argumento para atender vía atajo con decretos con fuerza de ley las necesidades de La Guajira, que lleva años padeciendo por la corrupción y por el despilfarro de millonarias regalías que la industria extractiva ha generado, pero que no se han invertido para llevar agua potable, salud, educación, vías y todo lo básico para que los guajiros puedan tener una vida digna.
Al amparo de esa declaratoria nació, en el último día de vigencia, el Decreto 1276 que ordena un rubro de $1.000 que tendrán que pagar todos los usuarios del país de estratos 4 al 6, y uno de $5.000 que aportarán los usuarios industriales y comerciales. Noble causa profondos para La Guajira, pero está más que claro que en nada garantiza que la plata llegará, se usará y acabará con los problemas de la península. Pero por el contrario si es posible que termine de agravar la crisis por las elevadas tarifas del servicio de energía que están obligados a pagar los costeños.
Y ahora, para completar el combo de agonías, aunque parezca poco, tendrán que pagar este aporte que sacó del sombrero a última hora el ‘Gobierno del Cambio’. Los gremios como Acopi y el Comité Intergremial del Atlántico han advertido que el recargo de $1.000 y $5.000 terminará incrementando los costos de la energía, que de por sí ya aumentaría por cuenta de ‘El Niño’.
Dice el gremio de la micro, pequeña y mediana industria que puede haber una “afectación a los contratos de suministro de energía de largo plazo, los cuales presentan un retraso constituyéndose en un obstáculo en la transición energética del país”.
Y el Intergremial advierte que “al suspender los contratos de suministro de largo plazo para generadores con fuentes no convencionales en La Guajira, los comercializadores y distribuidores quedan expuestos a tener que comprarla en bolsa” y se podrían generar mayores alzas que las que ya se presupuestan por el fenómeno climático que toca la puerta de este segundo semestre del año.
Mientras que a quien le corresponde evitar el daño que podría generar el decreto presidencial, que no es otro que el Consejo de Estado o la Corte Constitucional, revisa y toma decisiones de fondo, en Barranquilla vale la pena rescatar la puesta en marcha del piloto de generación de energía con paneles solares en cabeza de la empresa Triple A, que ahora le apuesta a esta nueva línea de servicio.
Ya el hogar pionero en tener instalado sobre su techo los paneles para generar y autoabastecerse de energía reporta que su facturación de la energía convencional le significó una importante disminución de costos, al pasar de pagar $700 mil a $200 mil por el servicio. Se trata de un predio estrato 3 ubicado en Villa Carolina.
El piloto le apunta a que al finalizar este 2023 sean 50 los inmuebles que cuenten con el sistema de energía solar financiado por Triple A que le podrá generar a los usuarios una reducción del 20 al 30 por ciento en su factura de energía. Y algo extremadamente trascendental, que al extender el programa en 2024 para que puedan acceder todos los usuarios se consolidará la visión de la capital del Atlántico de transformarse plenamente en una biodiverciudad.
Buena noticia que se abra esta posibilidad en una ciudad que no resiste más que sus habitantes sigan pagando la energía más cara del país. A falta de soluciones del Gobierno nacional a largo plazo que modifiquen la fórmula que nos mata con el recibo mensual, pues que bueno que se desarrollen estrategias propias en el Distrito que le apunten a un proyecto que no solo generará energía, sino empleo, desarrollo y dejará más recursos disponibles para que los barranquilleros puedan usar para otros gastos como alimentación, educación, recreación, entre otros.