Colombia despertó este domingo 6 de agosto con la terrible noticia de un nuevo feminicidio, esta vez teniendo como víctima a una gloria del deporte nacional que en la década de los 90 abrió el camino para lo que significa hoy el patinaje para el país, una disciplina en la que nuestros deportistas se destacan ampliamente y por la que nuestra nación es considerada potencia mundial y siempre favorita en las competencias internacionales.

Esa semilla comenzó a germinar en 1990 cuando Luz Mery Tristán se coronó campeona mundial de patinaje en los 5000 metros en Antioquia.

La cosecha de triunfos de la pereirana que desde muy joven se fue a vivir a Cali fue prolífica, pues acumuló una serie de victorias como el Campeonato Nacional de Patinaje en 1980, el título en el Campeonato Panamericano de Patinaje de 1983, que volvió a ganar en dos oportunidades; el campeonato iberoamericano en Argentina y dos segundos lugares en los mundiales de Italia y Nueva Zelanda.

Tras cerrar su carrera deportiva, Luz Mery se dedicó a formar a nuevos patinadores con su centro deportivo en el Valle del Cauca, transmitiendo toda su experiencia y conocimientos como legado para nuevas generaciones.

A sus 60 años y cuando aparentemente estaba viviendo momentos de felicidad por su relación sentimental con el empresario Andrés Gustavo Ricci García, Luz Mery pagó caro con su vida una aparente discusión que se produjo en el interior de su apartamento la noche del sábado en la capital del Valle.

Lo que ha trascendido es que el cuerpo de la deportista fue hallado con varias heridas de bala y allí también estaba, al parecer alicorado, el hombre con el que aseguran se casaría en los próximos meses. Las autoridades encontraron seis armas, cuatro de fuego y dos traumáticas. Y previamente no se conocían denuncias de violencia intrafamiliar.

Más allá de lo que la justicia determine una vez empiece a fondo la investigación por lo que claramente se configura hasta ahora como un feminicidio, una vez más la seguridad de las mujeres y el riesgo al que se enfrentan cada día están en el centro de la discusión.

Las cifras de feminicidios nunca coinciden, pero en cualquier caso son escalofriantes.

La Fundación Justicia para Todas registra 139 casos entre enero y el 8 de julio de este año. Medicina Legal cuenta 59 casos entre enero y junio. En tanto que el observatorio de la Fundación Feminicidios Colombia contabiliza 134 al 3 de julio de 2023 y un total de 259 en 2022.

En total, en lo que va de este año 466 mujeres han sido asesinadas en diferentes circunstancias.

Justamente, un par de días previos a la conmemoración del Día de la Mujer, la procuradora Margarita Cabello llamó la atención desde Barranquilla porque en todo el 2022 –según el reporte del Ministerio Público– en el país se registraron 614 casos de feminicidio. Pero adicionalmente se registraron 47.771 casos de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, cifra que en comparación con el año 2021, presentó un aumento de 7.713 casos.

A pesar de las alertas, de las recomendaciones, de las mesas de trabajo, de las campañas, de las jornadas de sensibilización, de los mensajes de rechazo, de las movilizaciones físicas y en redes sociales, las mujeres en Colombia viven en peligro permanente de ser abusadas, golpeadas, violentadas y asesinadas.

¿Cuál será la fórmula para erradicar por completo el feminicidio de Colombia? No sabemos si existe. Pero lo que sí está claro es que no se puede desistir en la tarea de articular y mejorar la atención a las advertencias de mujeres que buscan ayuda porque sienten que su integridad o su vida están en peligro.

El miedo a denunciar en un país plagado de trámites burocráticos y procedimientos inoficiosos e interminables no puede seguir siendo cómplice de los feminicidas que con total libertad acaban con las vidas de las mujeres. Que el vil asesinato de Luz Mery Tristán no sea en vano. El Estado en su conjunto tiene que proteger a la mujer.