No por madrugar amanece más temprano, reza uno de los tantos adagios populares relacionados con el afán y la impaciencia, tan característica de los seres humanos. También lo es aquel que dice que no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar o vísteme despacio que voy de prisa.
Dichos populares que aplican para todo en la vida y que solemos no poner en práctica, sobre todo en estas tierras colombianas y del Caribe donde todo lo queremos para ya y no somos amantes de los procesos planificados para obtener resultados seguros. No lo soportamos en el fútbol, mucho menos en las obras de infraestructura.
Grandes proyectos de los que hoy goza Barranquilla han sido parte de un proceso planificado, construido a varias manos y continuidad asegurada. Ejemplo de ello es el Gran Malecón, que ahora se enlazará con Mallorquín, su ecoparque, el tren turístico y la playa de Puerto Mocho, han sido largos años de soñar y esperar lo que hoy estamos disfrutando y lo que nos falta por disfrutar, todo ello amarrado al plan de ser una gran biodiverciudad con los parques, los bosques urbanos y la siembra masiva de árboles.
Es cierto que el sector cultural ha sufrido la falta de una mayor variedad de espacios propicios para el desarrollo y la formación de públicos, puntualmente por la ausencia obligada del lugar más emblemático de la ciudad: el Teatro Amira de la Rosa, cerrado desde 2016 por los graves problemas con su infraestructura que lo convertían en un riesgo.
Después de asumir la responsabilidad de recuperar plenamente el teatro, por ser quien lo tiene en comodato y bajo su administración, el Banco de la República anunció a principios de 2022 el cronograma, que se vio prolongadísimo y eterno entonces, para desarrollar su plan de recuperación.
2027 abrirá otra vez al público: ese fue el anuncio y el compromiso del Banco. Gestores culturales y diversos sectores pusieron el grito en el cielo, cuestionándose cómo podía ser posible que la ciudad tuviera que esperar tanto.
Esta semana que pasó el Banco de la República le confirmó a EL HERALDO que ya están listos los diseños para la recuperación del icónico teatro y que el Ministerio de Cultura los tiene en su poder para el proceso de aprobación.
Vale la pena tener claro que estamos hablando de un BIC (Bien de Interés Cultural) de la Nación, por lo que renovarlo y cualquier acción que tenga que ver con su estructura debe ser meticulosamente cuidada y revisada.
En ese sentido a finales de este año debería el Banrep obtener la aprobación de los diseños, que, entre otras cosas, estuvieron a cargo de una respetada firma con experiencia en estos asuntos –el consorcio TAR– bajo el liderazgo del arquitecto Diego Bermúdez.
Los plazos del Banco de la República van en el tiempo previsto y como ellos lo planificaron. Estiman que a mediados de 2024, con la licencia de construcción aprobada, se pueda abrir el proceso de licitación y adjudicación de las obras y entrar en materia en la renovación del teatro.
De acuerdo con lo socializado por los responsables del diseño, de lo que se trata es que el Teatro Amira de la Rosa mantenga su diseño original pero será complementado para que se convierta en todo un complejo cultural al servicio de los barranquilleros y de las manifestaciones culturales y artísticas con zonas verdes, plazas y teatro al aire libre.
El camino para volver a disfrutar del Amira de la Rosa ha sido largo y podría incluso decirse que lento, pero ha sido seguro para llevar a buen puerto que la ciudad pueda tener un escenario de calidad y de primera categoría con todo lo necesario.
En buena hora también avanzan otros procesos con el teatro de Bellas Artes y el Parque Cultural del Caribe. Así que resta esperar para poder tener los espacios que la cultura merece y que la ciudadanía necesita. En tanto, seguir formando públicos y ampliando el apoyo económico del sector público y privado a la cultura es primordial.