Seis meses de calado estable en el canal de acceso a su zona portuaria no debería ser motivo de celebración para Barranquilla. Debería ser paisaje, debería ser la cotidianidad de una ciudad que ostenta la categoría de Distrito Especial, Industrial y Portuario.
Pero bueno, como durante los últimos años el suplicio para las operaciones portuarias de la ciudad fue de tal magnitud por la cantidad de veces que tuvimos emergencias por buques encallados o por la necesidad de desviar embarcaciones a puertos vecinos por el bajo calado, hoy es motivo de celebración romper el récord de seis meses con un calado operacional de 10 metros.
Y es que haber sufrido la mala racha de calados por debajo de los 8 metros afectó, incluso arrancando el 2023, la economía de la capital del Atlántico, que perdió competitividad al tener que utilizar el aligeramiento de carga para que las importaciones vía marítima pudieran llegar a los puertos de la ciudad.
La historia del dragado del canal de acceso a la zona portuaria de Barranquilla se ha mantenido siempre en la misma narrativa: contratos a corto plazo que solucionan el problema mientras hay operación de las dragas, pero una vez terminan las vigencias se van y el canal queda expuesto nuevamente a la sedimentación y vuelve Cristo a padecer.
Pasan los días y viene otra vez el corre corre para abrir una nueva licitación que tiene unos plazos estipulados que deben cumplirse para que la draga contratada arriba y pueda comenzar operaciones.
Así en ese cuento sin fin el 2021 fue uno de los años más críticos para el ingreso de buques y la movilización de carga, cuando llegamos a tener calados operaciones incluso de 6 metros.
La realidad no fue muy distante en 2022 y en el arranque de 2023. La clave en este año fue la posibilidad de lograr un contrato de seis meses que hoy le ha permitido al canal de acceso a la zona portuaria de Barranquilla mantener ese mismo tiempo récord con el calado competitivo de 10 metros que permiten el ingreso de embarcaciones con 190 metros o más de eslora, que era todo un acontecimiento que pudiera suceder y hoy se ha vuelto habitual que barcos de este tamaño lleguen una o dos veces por semana a nuestra ciudad.
Poder recibir buques de mayor tamaño genera confianza para las empresas navieras y por supuesto una mayor movilización de carga.
De acuerdo con los reportes recogidos en la edición de este lunes de EL HERALDO, la carga movilizada en buques de 190 metros o más de eslora pasó de 750.995 toneladas entre enero y julio de 2022 a 1.129.563 toneladas en el mismo periodo de este año. Un aumento realmente significativo.
Un plan de dragado con mayor extensión y un monitoreo permanente e investigación sobre las condiciones y dinámicas del río Magdalena se han conjugado por parte de los actores y autoridades competentes para garantizar la navegabilidad del canal de acceso y la tranquilidad en las operaciones portuarias.
Una muestra de que el trabajo articulado y las acciones de planificación tienen necesariamente que derivar en resultados operativos satisfactorios como en este caso.
Ahora bien, el contrato de dragado vigente se vence en octubre y estamos en medio de las limitaciones que implica la ley de garantías por cuenta de las elecciones regionales que se cumplirán el 29 de ese mes, así que probablemente solo hasta después de esa fecha se podrá proceder a abrir una nueva licitación para continuar garantizando el dragado.
Lo que no puede pasar es que el canal de acceso se dé otra vez el lujo de que pasen muchos días sin la presencia de una draga, sobre todo con las condiciones climáticas y adversas que se prevén para el cierre de este año.
Así las cosas, Cormagdalena, responsable del río Magdalena y su navegabilidad, tendrá que prever desde ya si acudirá a una adición presupuestal al contrato vigente para dar continuidad al dragado y sostener el calado. Las soluciones definitivas están en curso, o al menos incluidas en el PND, pero en tanto no hay que bajar la guardia con lo conseguido hasta ahora.