Los buenos resultados obtenidos por alumnos de colegios oficiales de Barranquilla y municipios del Atlántico en recientes evaluaciones confirman la eficacia del modelo educativo en marcha. No existe un nivelador social más rotundo que la educación, de modo que si los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del departamento aprenden de forma coherente y razonada no solo podrán conectar y entender mejor para ser realmente competitivos en la exigente sociedad del conocimiento, sino que también serán capaces de construir un proyecto sólido que eleve su calidad de vida y la de sus familias en el futuro. Generaciones competentes hechas a pulso, un capital humano notable que jalonará nuestro progreso socioeconómico para ir cerrando brechas.
A diferencia de lo que ocurre en otras regiones, en Barranquilla y el resto del Atlántico el estado de la educación ocupa un lugar relevante en la conversación pública. Bien sea por las exigencias de la comunidad educativa de contar con apropiada infraestructura, recursos para elevar el nivel de la formación o mejores condiciones laborales, en el caso de los docentes. O bien, por el salto cualitativo que han venido demostrando los alumnos. Lo que se percibe es el genuino interés, esfuerzo y compromiso de todos los actores del sistema escolar por acrecentar su calidad.
Esta suma de voluntades que, bajo el liderazgo de las secretarias de Educación del Distrito, Bibiana Rincón, y del Atlántico, Catalina Ucrós, se reorientó con nuevas estrategias y programas tras la pérdida de aprendizajes derivada de la pandemia, recibió un espaldarazo en las pruebas Saber 11. En Barranquilla, el 61 % de los colegios oficiales, 93 de 154, subió su puntaje, 42 de ellos en más de 10 puntos. Sin duda, la metodología acierta cuando buena parte de los que han mejorado su rendimiento son de las categoría C y D, las de menor promedio histórico, mientras que 395 jóvenes recibieron una calificación por encima de 348 puntos.
Imbatible en el primer lugar en el ranquin nacional aparece la IED Alexander Von Humboldt, un orgullo de esta ciudad.
También es significativo que el 78 % de los 85 colegios oficiales de los municipios obtuvieran un puntaje global 13 puntos superior al promedio de los últimos 8 años. Dato alentador que evidencia cómo los estudiantes, tanto de la ruralidad como los del sector urbano, han fortalecido sus competencias básicas, mientras completan sus trayectorias educativas, rumbo a continuar su formación superior: técnica, tecnológica o universitaria. Acompañarlos para que ninguno desista de su propósito de escalar hacia el siguiente nivel tiene que ser un imperativo moral de la sociedad.
No solo se trata de más presupuesto –que siempre será insuficiente para atender las muchas necesidades del sector-, también consiste en inculcarles una mentalidad de esfuerzo, de méritos, que les permita interiorizar que en la medida en que más aprendan o formados estén, podrán competir por un mejor lugar en el mercado laboral. El valor de la excelencia, de evolucionar hasta que puedan acariciar su mayor aspiración educativa y expandir sus horizontes.
El camino iniciado en 2008 en Barranquilla, también en los municipios, sostenido por las distintas administraciones, ha garantizado una estabilidad que se refleja en estos avances que comprometen aún más a estudiantes, maestros, directivos docentes y padres de familia. Una senda que debe mantenerse y, en lo posible, reforzarse con metas más ambiciosas.
Lo que queda es trabajo por delante para consolidar la política pública de Soy Bilingüe en los colegios del Distrito, un programa que transformará el sistema educativo público. También se espera la ampliación de cupos en la Institución Universitaria de Barranquilla (IUB), pensada para acoger a 10 mil jóvenes, lo que mejorará el acceso a la educación superior situado hoy en un 51,3 %, según indicó el Ministerio de Educación, 10 puntos por encima de la media nacional. Un caso de éxito.
La encuesta de la Fundación Empresarios por la Educación, en la que el 52,2 % de los hogares consultados estima que la actual formación es mejor que la recibida por ellos, también señala derroteros claves. Uno de ellos, poner en valor las competencias consideradas más útiles para la vida laboral: matemáticas, inglés, habilidades digitales y las socioemocionales. Son las claves para construir consensos en un proceso que arranca en la primera infancia con educación inicial de calidad, se fortalece con herramientas que desarrollen la capacidad lectora de los alumnos y que se cierra ofreciéndoles opciones para acceder a su formación profesional.
En otras palabras, educar para que nuestros niños y jóvenes sepan más, claro, pero también para que sean más productivos y, sobre todo, buenos ciudadanos. Desafío de la Barranquilla que sueña en grande.