Cuatro años después del inicio de la pandemia de covid-19 que trastocó al planeta entero, aún tenemos que seguir hablando del virus. No solo porque continúa circulando, mutando en nuevas variantes de interés, como la predominante JN.1 –de un crecimiento realmente veloz–, sino porque como señaló el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Ghebreyesus, en diciembre se produjo un aumento del 42 % en las hospitalizaciones, del 62 % de ingresos en ucis y se reportaron casi 10 mil muertes, a nivel global, si se compara con noviembre.
Está claro que las interacciones propias de la temporada de Navidad y fin de año reavivaron el alcance del virus en medio centenar de países de Europa y América. Hasta ahora, ninguna autoridad ni experto del sector salud en estas naciones o en Colombia habla de una nueva oleada pandémica, eso resultaría desproporcionado, pero es evidente que el incremento en los contagios y, en particular, de los fallecimientos, tan evitables como inaceptables, confirmaron que este no se ha ido ni se irá, a pesar de que la emergencia sanitaria global ya es historia.
De modo que debemos estar preparados o ser conscientes de la situación para saber cómo lidiar con el covid o con otros virus respiratorios que nos convocan a actuar con responsabilidad, tanto a nivel individual como colectivo, sobre todo para reducir el riesgo de enfermedad grave, particularmente, en el caso de personas vulnerables o con comorbilidades. Dicho de otra forma, se trata de un ejercicio de sensatez, de sentido común, frente al que las personas no tendrían por qué resistirse o negarse. Para muchos es su vida la que se pone en juego, como ya pasaba antes.
Asumiendo que no existen razones para alarmarnos, pero sí para acatar las medidas que aprendimos en la pandemia, lo primero es que quienes tengan síntomas respiratorios usen tapabocas, conserven mínimas precauciones como ventilar los espacios cerrados si están acompañados de más gente e incluso, para los que puedan hacerlo, los profesionales sanitarios recomiendan que se queden en casa. También es importante lavarnos las manos con frecuencia. Y, sin duda, una de las claves para minimizar el impacto de los virus respiratorios, como el covid, es la vacuna. Esta es una herramienta efectiva con la que no contábamos en el inicio de la pandemia. De suerte que siempre será un buen momento para iniciar el esquema o para terminarlo, en especial si son pacientes con patologías crónicas. El ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, dice que hay dosis suficientes en el país para inmunizarse, entre ellas 350 mil biológicos bivalentes que protegen contra las variantes del virus, la cepa original y las de Omicron.
Como las tenemos los ciudadanos en materia preventiva ante la presencia de los virus respiratorios y, en particular, el covid, el Gobierno también tiene tareas por delante. Algunas de las más importantes, a juicio de los entendidos, mantener la vigilancia epidemiológica, la secuenciación genómica, promover campañas de inmunización y garantizar acceso a pruebas, vacunas y tratamientos.
En lo peor de la pandemia, en las circunstancias más adversas de carencia de recursos, falta de protocolos o fallas en la coordinación, el talento humano en salud demostró sus capacidades de previsión, detección y repuesta para salvar vidas, ofreciendo además valiosas lecciones que merecen ser tenidas en cuenta, en vez de ser descartadas sin más.
Ahora que se habla de la ‘Enfermedad X’, una supuesta pandemia letal que la OMS ha puesto sobre la mesa en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, para llamar la atención de los líderes globales sobre la probabilidad real de que una patología desconocida cause “20 veces más muertes que el coronavirus”, no queda más que reconocer que no estamos preparados. Pese a los avances alcanzados, aún es mucho lo que falta en términos de investigación o de desarrollo de una respuesta que proteja a la humanidad de otra potencial emergencia de salud pública.