Superado el guayabo por la muerte de Joselito y de regreso a la cotidianidad, Barranquilla tiene razones de sobra y expresadas en miles para, desde ya, comenzar a pensar en el Carnaval del 2025. Dirán quienes no conocen el trasfondo de la que es, quizás, la fiesta folclórica y cultural más grande del país que es un exabrupto que no haya pasado ni una semana de la festividad y ya se comience a planear la próxima, pero es que en realidad la máxima fiesta barranquillera es un ejercicio de planeación permanente que siempre termina dejándole réditos importantes y de alto valor a la ciudad.

Revisemos el balance del Carnaval 2024 y volvamos al punto de las mil razones en las que se traduce la necesidad no solo de mantener, sino de engrandecer la celebración que cada año se realiza previo a la Cuaresma. La economía de la ciudad logró un extraordinario movimiento de 850 mil millones de pesos y la generación de 53 mil empleos. Todo ello gracias, en buena parte, al gasto de 710 mil turistas nacionales y extranjeros que llegaron a la capital del Atlántico a disfrutar de la fiesta que este año celebraba, además, 20 años de haber sido declarada por la Unesco patrimonio oral e inmaterial de la humanidad. En total fueron 42 mil turistas adicionales a la cifra que se registró en 2023, lo que contribuyó a una ocupación hotelera entre el 82 % (viernes) y el 97 % (sábado).

De acuerdo con el balance de la Alcaldía de Barranquilla, hubo un aumento en los gastos de los turistas en comparación con ediciones anteriores. En promedio un turista nacional gastó aproximadamente $2.100.000 y el extranjero, un promedio de $2.900.000. Dinero que movilizó la economía local y activó las ventas formales e informales, restaurantes, transporte y todo lo que gira en torno a la industria turística y de entretenimiento que propicia una festividad de gran magnitud como el Carnaval de Barranquilla.

El crecimiento y las cifras que cada año deja la festividad son la consecuencia de una organización, que no es infalible, pero que tomó nota de los errores y las críticas que empañaron la del año anterior. Las modificaciones y correctivos surtieron efecto y lo que se percibió fueron unos desfiles más organizados, puntuales y sin baches. En total, según reportó el Distrito, se llevaron a cabo 350 eventos que congregaron a unos 5 millones de espectadores. Fue toda una oferta folclórica, musical y cultural que resultó potenciada por la ampliación del Portafolio de Estímulos, que duplicó la inversión –$15 mil millones– para financiar a los hacedores y las iniciativas ciudadanas en 98 barrios de la ciudad.

Una vez más todos estos resultados solo confirman el por qué el Carnaval es uno de los grandes motores e impulsores económicos de la ciudad, que ha recorrido el camino para convertirse en sede de grandes eventos. En este punto es inevitable no respirar por la herida que significa haber perdido la sede de los Juegos Panamericanos 2027, todo lo que hubiera significado no solo para la capital del Atlántico, sino para el Caribe y el país en general.

Pero en fin, en juego largo hay desquite y seguramente la Puerta de Oro estará abierta para acoger otros grandes eventos y ratificar su capacidad para organizarlos y sacarles provecho.

En tanto, como en todo balance hay que revisar las oportunidades para mejorar. Uno de esos aspectos será siempre la seguridad y la convivencia. Las autoridades desplegaron todo un operativo que permitió garantizar la seguridad en los grandes eventos con un pie de fuerza de 5 mil uniformados. No obstante, la línea de emergencia 123 recibió 2944 llamadas por riñas en distintos sectores y se reportaron 17 homicidios en la jurisdicción del área metropolitana.

Será necesario también una mejor sincronización en busca de lograr que todos los operadores que participan del Carnaval –además de Carnaval de Barranquilla S. A. S.– se pongan a tono con la coordinación, logística y preparación requerida para evitar cualquier inconveniente que pueda empañar lo que afuera ven como un todo y es el Carnaval de Barranquilla.