La noche del 23 de abril, cuando el reloj avanzaba entre las 8 y las 9 de la noche, en el recinto del Senado de la República se apreciaron escenas más parecidas a una carrera contrarreloj. Senadores, asesores, ministros, periodistas, todo el mundo iba de un lado a otro, cada quien en lo suyo, viendo cómo se agotaba el tiempo para que se salvara o se hundiera definitivamente la reforma pensional del Gobierno.

Parlamentarios de la oposición le apostaron a romper el quorum decisorio (53 votos) para que no se pudiera continuar con el trámite de la iniciativa del Ejecutivo, pero al final el ofrecimiento y los argumentos que le esbozaron al senador Richard Fuelantala de AICO, de apoyar su artículo para brindar para que comunidades étnicas y campesinas tengan una pensión diferencial, le salvaron la campana al Gobierno y al Pacto Histórico que consiguieron el voto que les hacía falta para aprobar en segundo debate el proyecto gubernamental.

Hubo júbilo, aplausos, foto para la posteridad. El Gobierno Petro se había anotado un triunfo sufrido hasta el último minuto, y que se logró gracias al consenso, que para bien o para mal, se logró con el Partido Liberal para reducir el umbral de cotización a Colpensiones de 3 a 2,3 salarios mínimos.

En esta gestión fue clave la gestión y el manejo que hizo la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, que estalló de emoción en el Congreso cuando consiguió salvar la reforma justo en el día que lo necesitaba para que pudiera cumplir los tiempos y ahora sí pasar a su dos últimos debates en la Cámara de Representantes, donde el Gobierno claramente cuenta con mayorías y el apoyo del presidente de la corporación.

Pero, seguramente, la felicidad le duró poco a la ministra y a quienes trabajaron junto a ella para lograr el acuerdo que destrabó la reforma en el Senado. No habían pasado 24 horas del triunfo legislativo, cuando el propio presidente Gustavo Petro salió en una alocución televisada anticipando que le pediría a la Cámara subir el umbral de cotización a Colpensiones a 4 salarios mínimos.

Por supuesto la tormenta no se hizo esperar y la pregunta que saltó de inmediato en el mundo político fue: ¿a qué le apuesta el presidente Petro? ¿Se trata de un autosabotaje para mantener su discurso de que no le permiten hacer los cambios sociales que necesita el país y mantener viva la indignación para la marcha que promueve para el 1 de mayo?

En cualquier forma no se encuentra explicación que después de dos legislaturas intentando sacar adelante sus reformas, puntualmente la pensional, cuando por fin logra un acuerdo y sale del Senado para llegar justo a tiempo al tercer debate, ahora quiera volver atrás y enredar lo que pintaba de rápido trámite en la Cámara donde se estima que tiene 14 de 22 votos en la Comisión Séptima y al menos 100 de los 186 de la plenaria, haciéndole conejo al acuerdo que pactó con los senadores liberales.

El tiempo corre sin piedad y el 8 de mayo solo podrá empezar el trámite en la Cámara, en donde la reforma pensional solo tendrá 29 días hábiles para llegar a la meta del 20 de junio con vida y aprobada.

En tanto lo político sucede, en lo económico y en lo fiscal los expertos se comen las uñas por lo que podrá representar el incremento del umbral de cotización en el pilar contributivo. Si les preocupaba el de 2,3, ahora la posibilidad de uno de 4 les aterra, porque sobre ese no hay ningún cálculo todavía, y significaría –aseguran– una estatización del sistema, pues Colpensiones pasaría de manejar 7 millones a 25 millones de afiliados, con todo lo que ello implica.

La propia ministra del Trabajo ya había sido clara en confirmar que si se aprueba la reforma en curso, en 15 años habría que hacer una nueva para ajustes paramétricos. Asofondos, gremio que agrupa a los fondos privados de pensiones, advierte que el sistema pensional solo será sostenible aumentando el ahorro, ya sea aumentando la edad de jubilación, las semanas requeridas o e porcentaje de cotización, o con una reducción de la tasa de retorno, que hoy se calcula con base en el promedio de los últimos 10 años de vida laboral.

El Gobierno se la ha estado jugando toda con tal de lograr que pase la reforma pensional, a como dé lugar, pero no por mucho madrugar amanece más temprano. Valdría la pena bajar revoluciones y que en la Cámara se analice bien y con sensatez las implicaciones de propuestas como subir el umbral o conceder trato diferencial a poblaciones étnicas y campesinas. Que Colombia necesita fuertes ajustes en su sistema pensional, no hay duda, pero no hay que dar pasos en falso y sí avanzar con certeza para ir construyendo cambios sostenibles en el tiempo. No se puede olvidar el envejecimiento de la población y la alta informalidad laboral.