En el cénit de la tormenta desatada por la errática puesta en marcha del nuevo modelo de salud para los maestros, no solo sorprende lo que se ha venido conociendo, sobre todo escandaliza por el nivel de incompetencia, improvisación e irresponsabilidad con el que desde distintas instancias del Gobierno nacional han manejado un asunto en extremo delicado. ¿En qué estaban pensando?
Salta a la vista que se equivocaron en su estrategia para refundar de buenas a primeras un sistema con protuberantes fallas que, en cualquier caso, precisaba de un razonable proceso de transición que facilitara digerir los cambios de fondo. Imposible negarlo. Pero que el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, se declare ahora apóstata de un sistema que hace menos de un mes ponderaba en su lanzamiento, catalogándolo como la punta de lanza o plan piloto de la reforma al sector que el Gobierno quiere implementar a nivel nacional, no tiene desperdicio.
Tampoco lo tiene el bochornoso espectáculo que ofreció durante un álgido debate de control político en el Congreso, en el que asumiendo el rol de feroz opositor arremetió sin piedad contra el presidente de la Fiduprevisora, John Mauricio Marín, nombrado en marzo de 2023 por el Gobierno del que él hace parte. Ni corto ni perezoso -porque a decir verdad la autocrítica no está en el ADN de los funcionarios públicos- lo responsabilizó de todos los males del nuevo sistema, del que se quejan, y con razón, los docentes, señalando que el actual desastre es el resultado de que la señalada entidad no ha ejecutado el modelo estructurado en articulación con Fecode.
No contento con eso, Jaramillo –evidentemente descompuesto– le espetó en su cara, en un intento de descalificarlo, que era una cuota burocrática. Y, efectivamente, el señor Marín habría sido un recomendado del Partido de La U, pero su nombramiento corrió a cargo del actual Gobierno. El debate fue subiendo de tono, se acusaron mutuamente, se cantaron verdades y se revelaron otras. Como que 20 días después de la puesta en marcha del modelo, apenas operan 6 de los 94 módulos del software. Casi nada. Lo que reconfirma que nunca estuvieron listos para arrancar el primero de mayo como algunos delegados de Fecode y entes de control anticiparon.
Como el que no sabe es como el que no ve, la animadversión entre Jaramillo y Marín no es gratuita ni fue producto de un impulsivo calentón al fragor del debate. ¡Qué va! Quienes mueven los hilos del poder nos ven la cara de tontos, ¡y de qué manera! En las últimas horas se han revelado audios grabados durante una reunión de la junta directiva del Fomag, celebrada el 7 de mayo, en los que se escuchan los duros rifirrafes que sostienen estos dos servidores públicos, sacándose chispas y reconociendo que el barco del nuevo modelo de salud había hecho agua.
Conscientes del caos en curso por la sarta de problemas e inconvenientes en la asignación de citas, entrega de medicamentos y continuidad en los tratamientos de los docentes, Jaramillo y Marín se dedican a repartir culpas sin asumirlas ni reconocerlas, claro, mientras tratan de sacarse de la chistera de ‘a cualquier precio’ salidas temporales que, aparentemente, no tendrían sustento legal ni aprobación del presidente Petro, quien dio la orden de no contratar con las IPS.
A la topa tolondra, por no decir a las patadas, a punta de bravuconadas, a la ligera, con evidente improvisación, cero rigor técnico y sin medir las consecuencias de sus precipitadas acciones han tratado de superar una crisis que ellos mismos desencadenaron al imponer su anárquico modelo.
Las sentencias de Jaramillo, cuando dice que él “sabía cómo iba a terminar esto”, “que él recibe órdenes del presidente que fue quien lo metió en esto”, “que hace rato ha querido salirse”, mientras reclama a su homólogo de Hacienda que le “ponga el culo” a lo que pasa, lejos de ser un acto de espontaneidad, ratifican que esta crisis se veía venir. No extraña. Su desconcertante método, de acuerdo con los audios, de cerrar una fisura, a como dé lugar, aunque en el proceso se abran otras que luego se buscará cómo subsanar, indicaría que algunas de las decisiones de mayor impacto anunciadas por este Gobierno son una suma de errores que se pagan muy caro.
No se entiende nada cuando tras anunciar que no intervendría por un asunto de facultades, el Superintendente de Salud ordena ahora medidas cautelares para que en un plazo de 72 horas Fiduprevisora y Fomag respondan las 2100 quejas que han recibido en 20 días. Suerte con ello. Pero, también valdría la pena que aclarara si tiene o no la competencia legal para esa actuación.
La cuestión sigue siendo la misma del principio. Ni Minsalud, ni la Fiduprevisora, ni el Fomag, ni los otros ministerios aludidos tienen cómo justificar la realidad. Esto no ha funcionado. Así que si quieren resolver el caos, no hace falta inventarse una realidad nueva, sino buscar salidas viables.