La escena de cobradiarios pateando puertas, destruyendo casas y hasta lanzando piedras y haciendo tiros a domicilios y negocios para cobrarles a su deudores es terrorífica, miedosa y aberrante. Infortunadamente se volvió repetitiva en muchos rincones de Barranquilla y de sus municipios del área metropolitana.

Pero lo más grave es que generalmente el modus operandi de estos individuos es aterrorizar a sus acreedores, por lo general madres cabeza de familia, pequeños comerciantes o vendedores informales. Es tanto el miedo que terminan pagándoles la deuda hasta tres y cuatro veces a punta de onerosos e impagables intereses que terminan por asfixiar la ya precaria economía de estas personas.

Y la mayoría de la gente termina cuestionándose cómo es posible que alguien cuerdo pueda someterse a la dictadura del ‘gota a gota’ que se convierte en una tortura de la que es muy difícil escapar, y que por el contrario lo que hace es traer miles de dolores de cabeza y amenazas constantes a su integridad y a las del núcleo familiar. Y es ahí cuando lastimosamente la respuesta se halla en la imposibilidad de los trabajadores informales de acceder a los créditos del sistema financiero formalmente establecido.

Así que se trata de un círculo vicioso que ha hecho que, sobre todo, en estratos bajos y sectores populares, quienes se dedican a entregar préstamos con tasas hasta del 20 % y para pagar cuotas diarias hayan encontrado el terreno propicio y fértil para hacer prosperar su negocio, muchas veces iniciado con plata cuya procedencia no se conoce si es lícita o no.

Justamente frente a este panorama real y denigrante para quien le toca vivirlo o lo ha vivido, es cuando hay que celebrar la iniciativa de la administración distrital que ha denominado ‘Credichévere’.

Este programa de la Alcaldía de Barranquilla se ha trazado como meta llegar con microcréditos a unos 1.333 beneficiarios, con un monto establecido de hasta 6 SMMLV (el equivalente hasta $7.800.000) y con una tasa de interés fija estimada hasta del 2,5 % mensual sobre el saldo pendiente. Pero además tendrán un periodo de pago de hasta 24 meses.

El Distrito ha asegurado que el análisis para cada solicitud de persona natural o jurídica que cumpla con los requisitos será flexible con el fin de generar las mejores condiciones para que puedan acceder al programa.

De acuerdo con lo informado por la Alcaldía, desde abril que se lanzó ‘Credichévere’ se han desembolsado 300 préstamos por 498 millones de pesos, es decir, un promedio semanal de 13, y están en curso 514 solicitudes por valor de 2.409 millones que tienen como destino fortalecer pequeños negocios o ventas informales.

Este tipo de programas de impulso económico y social deben ir acompañados de una asesoría para que el beneficiario pueda realmente alcanzar su objetivo de materializar una idea de negocio o fortalecer la que ya tiene. Y es precisamente esta característica donde radica el diferencial del programa distrital, porque de nada sirve entregar recursos porque sí a cualquier ciudadano sin un propósito establecido y sin un plan que lo ayude a multiplicar esa plata y hacer sostenible su negocio.

Seguramente por ahora parecerá poco el alcance del programa distrital, pero no cabe duda de que en la medida que el resultado se haga evidente encontrará aliados importantes para expandir el beneficio y el impacto de una iniciativa que cumple un fin social supremamente importante para la economía popular, esa de los barrios, de las misceláneas, de los vendedores de las plazas de mercado, de todas esas personas que generan su sustento con sus pequeños negocios y que suplen necesidades de los vecinos de su entorno.

Es un buen punto para comenzar una estrategia de largo aliento que ayude a generar desarrollo, pero que al mismo tiempo contribuya a combatir la nefasta práctica del ‘gota a gota’ que tanto daño hace a la gente de escasos recursos o pocas posibilidades de financiamiento en el afán de salir adelante con su actividad.