En medio de unos días tan convulsos en el territorio nacional, con dimes y diretes, polémicas, protestas, violencia, delincuencia y todo tipo de problemas, aparece una Colombia que es capaz de entusiasmarnos y ponernos a soñar. Una Colombia que parece presionar pausa a todos nuestros líos y regalarnos una bocanada de aire fresco, alegría y esperanza.
Esa es Colombia, la selección Colombia, el equipo de todos, el que nos une durante 90 minutos, el que nos hace abrazarnos, el que nos pone a gritar al unísono, a remar y a empujar al mismo lado.
Ese orgullo tricolor que no tiene distingo político, de clase, raza o religión sale al ruedo en la Copa América 2024. Hoy, a partir de las 5 p. m. (hora nuestra), el combinado dirigido por el argentino Néstor Lorenzo saldrá en busca de una victoria que nos haga olvidar por un momento las adversidades que afrontamos en el país.
“El futbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes”, dijo con total acierto el legendario entrenador itaiano Arrigo Sacchi.
“El fútbol es popular porque la estupidez es popular. Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”, decía el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986).
De todas formas, la redonda ofrece unas satisfacciones y momentos inolvidables que alientan, motivan y cambian el ánimo cuando todo se ve de cuadritos. Es un fenómeno social tan inocultable como inexplicable. No “son solo 22 jugadores dándole patadas a un balón”, como se suele expresar despectivamente los que están en la vereda de Borges.
El equipo de Lorenzo, que ostenta un invicto de 23 partidos, 20 con el argentino, tiene ilusionados a los colombianos con la posibilidad de conseguir el título que se logró por única vez en 2001, en la Copa América que se realizó en el país.
En aquella ocasión, Colombia se encontraba sumergida en un mar de inseguridad, con atentados guerrilleros a pesar del proceso de paz entre las Farc y el gobierno de Andrés Pastrana, el cual terminó fracasando.
Aunque Argentina se negó a participar en la competencia alegando falta de garantías de seguridad, Colombia salió adelante en la organización de la competencia y en los resultados deportivos. Todo se realizó en completa paz y se redondeó con la conquista del máximo galardón.
Estadios llenos, unión, confraternidad, júbilo inmortal y gloria inmarcesible le representó la Copa América 2024 a Colombia. Fueron días más felices que los que la antecedieron y amenazaron con quitarnos la sede.
Ahora, 23 años después, en Estados Unidos, la Selección parece con las armas para repetir la gesta y elevar la bandera tricolor a lo más alto del continente. No es fácil, nunca lo es. Nadie tiene que confiarse y creer que ya el seleccionado de Luis Díaz es el campeón.
Ya en territorio estadounidense, en el Mundial de 1994, supimos lo perjudicial que resulta sentirse ganadores antes de tiempo. Con esa lección bien entendida hay que afrontar este torneo e impulsar la lucha por el premio principal. ¡Firme, Luchito! ¡Dale, James! ¡Con todo, Borré! ¡Pilas, Arias! ¡Vamos, Colombia! ¡Juega el equipo de todos!