Ante un rebrote de la viruela del mono en África, para ser más precisos de una variante que sería más contagiosa y letal que la detectada en 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decreta la emergencia sanitaria internacional. Hace lo correcto, lo más responsable ante la alerta del Centro para el Control de Enfermedades, la principal entidad de salud del continente, que advierte sobre la expansión de la nueva cepa, que registra unos 15 mil casos con más de 400 muertes durante este año en 18 países, algunos de los cuales nunca habían resultado afectados.

¿Debemos preocuparnos por este brote cíclico de la también llamada viruela símica en África? ¡Seamos claros! No debemos caer en pánico ni perder la calma, pero indudablemente sí nos corresponde estar atentos a los síntomas de la enfermedad, tenerlos presentes para poder identificarlos de forma oportuna, mientras que las autoridades sanitarias e instituciones prestadoras de salud deben cuanto antes activar o reforzar las medidas de control epidemiológico para prevenir su propagación, además de fortalecer sus capacidades para garantizar diagnóstico a tiempo y tratamiento idóneo a quienes soliciten estos servicios básicos.

Lecciones aprendidas que nos dejó la pandemia de covid-19. Aunque no se trate del mismo caso, valga insistir en ello, porque la viruela del mono no es un virus respiratorio que se propaga con un simple estornudo, mantener los sistemas de vigilancia operativos resulta fundamental en el propósito de salvar vidas. Ese el mensaje de salud pública que debe extenderse por doquier ahora que se encienden las alarmas debido a esta nueva emergencia que, a decir verdad, luce fuera de control en naciones africanas, como la República Democrática del Congo, con una densidad poblacional elevada y condiciones infrahumanas en sus campos de refugiados, donde no tienen los recursos sanitarios para hacerle frente. Su grave problema es también el de todo el mundo.

En ese contexto crítico, que la OMS califica como “un nuevo clima” de la viruela del mono, ahora conocida como mpox, las organizaciones humanitarias reconocen que no poseen suministros para rastrear, diagnosticar e inmunizar a la población en mayor riesgo, sobre todo a los menores que aparecen como los más afectados por la nueva variante, de la que se sabe poco. Justamente, la declaratoria de emergencia global encierra un llamado, desesperado si cabe, para que la comunidad internacional se movilice, deje de ignorar lo que ocurre en África y coordine una respuesta robusta que destine recursos para asegurar detección de casos, atención y vacunación.

De vuelta a lo local, en Barranquilla y municipios del Atlántico, donde este año se han identificado 13 y 5 casos, respectivamente, cuatro en Soledad, uno en Malambo, y se estudian tres más, todos de la forma endémica del virus, ninguno de esta nueva cepa considerada más agresiva, las secretarías de Salud mantienen una estricta vigilancia epidemiológica en el departamento, uno de los más afectados en el país, donde en total se contabilizan 4.257 casos desde el brote de 2022, 109 en lo que va de 2024, buena parte de ellos en personas de entre 30 y 39 años.

Por precaución conviene atender las recomendaciones de las autoridades, en especial si son pacientes inmunosuprimidos, trasplantados, portadores del VIH, diabéticos, y con algunos tipos de cáncer, los más expuestos a un contagio que derive en enfermedad grave e, incluso la muerte. Pero, toda la población en general, debe reconocer los síntomas para no confundirlos con varicela, sarampión, infecciones cutáneas bacterianas, sarna, herpes, sífilis o alergias a medicinas.

Lo primero es entender que la viruela del mono, símica o mpox se contagia por un contacto físico directo con la piel o los fluidos de una persona infectada, al hablar o respirar cerca, al tocarse o mantener relaciones sexuales vaginales o anales, al besar la boca, la piel o al tener sexo oral. También al entrar en contacto con animales o materiales infectados, como prendas de vestir, sábanas o agujas. Entre los síntomas más comunes, erupción cutánea que duele o pica en cualquier parte del cuerpo, lesiones en las mucosas, además de fiebre, dolores de cabeza, en los músculos, en la espalda, falta de energía, ganglios linfáticos inflamados, hasta por seis semanas.

El manual de actuación también lo conocemos. Si son pacientes en riesgo, acudir al médico; los demás, aislarse en casa, evitar contacto físico y todos a lavarnos las manos con frecuencia. Por el momento vacunarse, aunque sería lo ideal, no está entre nuestras posibilidades, tampoco la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lo estima necesario ni lo recomienda, a diferencia de África donde sí existe una emergencia sanitaria que demanda actuar con rapidez y decisión antes de que más personas mueran y este virus emergente siga propagándose o, aún peor, mute.