El abogado Juan Gregorio Eljach Pacheco, de 65 años y quien se autodenomina y reconoce como oriundo de “una lejana provincia de La Guajira” –nació en Fusagasuga, pero se crió en San Juan del Cesar y se formó como abogado en Popayán– fue elegido como el próximo procurador General de la Nación, y asumirá el cargo a partir de enero de 2025.
El designado jefe del Ministerio Público en reemplazo de la barranquillera Margarita Cabello arrasó en la votación del Senado, en donde los congresistas, sus compañeros de trabajo de años en el caso de muchos, apostaron por él y con una aplastante mayoría nunca vista, 95 votos, resultó elegido.
Esa victoria estaba cantada desde el mismo momento en que el hasta hace algunos días secretario del Senado fue ternado por el presidente Gustavo Petro. De inmediato la mayoría de partidos expresaron su respaldo y su voto al hombre que por 29 años hizo del Congreso su casa y donde los últimos 12 años de su carrera se mantuvo como secretario general del órgano legislativo.
Allí se granjeó el aprecio y el respeto de los congresistas que evidentemente celebraron también como suya su elección como procurador.
Conocido el inobjetable resultado de su escogencia, Gregorio Eljach expresó su primer discurso, uno en el que valoró su triunfo como “resultado de grandes diferencias” y aseguró que en su labor como procurador trabajará justamente por lograr consensos institucionales esenciales. “Voy a emprender la búsqueda de ese consenso en todas las fuerzas vivas de Colombia”, sentenció y agregó: “Si lo hicimos aquí, lo podemos hacer también a nivel de la nación”.
Ese fue el mensaje central que marca la pauta de lo que será el ente de control disciplinario bajo la batuta de Eljach, que tiene unos retos enormes para desmarcarse de los señalamientos que desde ya le apuntan y ponen todo el foco en lo que será su gestión habiendo sido ternado por el presidente Gustavo Petro y tras compartir espacio laboral por tantos años con sujetos disciplinables de la Procuraduría como los congresistas.
Precisamente, en ese sentido, Eljach se desmarcó en su primera intervención pública y enfatizó con vehemencia: “Nunca he sido de bolsillo de nadie ni he transgredido el límite de la Constitución y la ley”.
El nuevo procurador también dejó claro que actuará conforme a la Constitución y la ley como único compromiso sin obedecer instrucciones. Y así deberá ser por el bienestar institucional de una entidad necesaria para el sistema de pesos y contrapesos que sostiene la estabilidad democrática y política de esta nación.
Más allá de los reparos y las opiniones que puede generar la designación de Eljach, se trata de un hombre conocedor de las normas y de las leyes de la república, pues ha estado inmerso en ellas y en el corazón de donde se gestan, se discuten y se aprueban.
Pasa de un bajo perfil, casi que detrás de cámaras, a ser protagonista de la vida pública del país, y es justo esperar que asuma el cargo y darle margen de que opere bajo los preceptos y las disposiciones que por ley le corresponden como cabeza de la Procuraduría General de la Nación, y en donde, conforme su talante y su actuar, podrá el país juzgar sus ejecutorias.
Gregorio Eljach llega a la Procuraduría por la postulación de un presidente de la república que se ha mostrado apático, crítico y en favor de eliminarla. No obstante, apelando a los argumentos que hasta ahora ha esbozado el próximo jefe del órgano de control disciplinario, confiemos en que honrará su compromiso de repotenciar el Ministerio Público y mejorar su capacidad de acción.
Más allá de servir en su papel de procurador como “factor de diálogo” para evitar dividir al país, lo cierto es que el abogado guajiro afrontará una serie de retos y de procesos pendientes que lo emplearán a fondo en el desempeño de las funciones que la ley le asigna, teniendo claro que la PGN “representa a la sociedad ante el Estado, al vigilar la integridad y transparencia de la administración pública para la garantía de los derechos humanos y del ciudadano y la preservación del patrimonio público”.
Buen viento y buena mar al electo procurador. Agarra un potro difícil que confiemos sabrá manejar y sortear con su amplio conocimiento de las leyes que rigen este país.