En tiempos en los que los recursos públicos que financian las obras y proyectos que necesita cada territorio son cada vez más escasos, es menester de las administraciones locales hacer la tarea de emplearse a fondo para generar cada vez más recursos propios y apoyos multilaterales que les permitan llevar a cabo sus planes de gobierno y satisfacer las necesidades de sus ciudadanos.

Las limitaciones presupuestales generadas para los alcaldes y gobernadores, que apenas comenzaron su gestión en 2024, por cuenta del manejo centralizado de los recursos de la nación y los recortes del presupuesto nacional no deberían impedirles encontrar alternativas para gestionar la plata que les permita ejecutar sus proyectos, especialmente aquellos que por sus características no cuentan con rubros específicos asignados como sí los tienen los relacionados con los sectores de salud y educación.

Partiendo de esa base Barranquilla se ha destacado por la consecución de financiamiento de los organismos multilaterales para llevar a cabo el proceso de desarrollo urbano y de reconciliación con la naturaleza que le ha merecido múltiples reconocimientos en Latinoamérica y globalmente. El más reciente es el premio de mil millones de pesos otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo, a través de su iniciativa ‘Too Good to Waste’ (‘Demasiado bueno para desperdiciar’ en español).

El Distrito fue el ganador de la convocatoria en la que participaron cerca de 230 propuestas de 20 países de América Latina y el Caribe. Y lo hizo con su propuesta “Implementación de la gestión de los residuos orgánicos en mercados públicos y podas de Barranquilla”. Con el dinero obtenido – que se trata de recursos no reembolsables del BID– la meta de la Alcaldía es continuar fortaleciendo la gestión de residuos orgánicos en los mercados de la ciudad.

La convocatoria del BID responde –según lo detalla el portal de la iniciativa– al compromiso del organismo de alinear todas sus operaciones con el Acuerdo de París en procura de evitar el aumento de la temperatura de 1,5° mitigando las emisiones de gases de efecto invernadero, esto mediante acciones que produzcan resultados inmediatos y que les permitan a los territorios avanzar hacia una economía circular.

Barranquilla emprendió ya hace más de una década una ruta enfocada a generar un desarrollo urbano sostenible, que comenzó con la generación de espacios públicos para sus ciudadanos, puntualmente los parques. Hoy ya cuenta con cerca de 340 en toda la ciudad. Y en ese camino ha ido avanzando y entrelazando el propósito de ser la primera biodiverciudad de Colombia con el Gran Malecón del Río, la recuperación de la Ciénaga de Mallorquín y la construcción del ecoparque, los bosques urbanos y ahora la recuperación de su playa urbana en Puerto Mocho. Todo enmarcado en el propósito y en la apuesta también de generar una oferta de ecoturismo de calidad y constante que le genere movilidad económica a la ciudad.

Justamente esta experiencia de la capital del Atlántico tendrá también la oportunidad de ser contada y expuesta en el marco de la COP16 este 25 y 26 de octubre en desarrollo de paneles liderados por entes multilaterales como la CAF y el BID que han creído en las apuestas de Barranquilla como ciudad sostenible.

La historia de la ciudad estuvo marcada por desafíos de infraestructura que la llevaron a desperdiciar en muchas de sus etapas del siglo 20 la posición geográfica estratégica y privilegiada, pero en buena hora y con persistencia se ha mantenido un propósito que hoy la ubica como una de las capitales del país con mayor avance en materia urbanística y sostenible. Que ha costado y que ha demandado millonarias inversiones, muchas veces cuestionadas por los compromisos que el Distrito ha asumido, es claro que sí. Lo que sí es inobjetable es que en este territorio se ha hecho lo necesario para gestionar los proyectos que le han permitido crecer en materia económica, social y ambiental, por supuesto. Tareas pendientes, muchas. Toca seguir apelando a la gestión institucional para vender la ciudad y financiar desde las más pequeñas hasta las más grandes iniciativas de desarrollo sostenible.