Lo del Gobierno del Cambio con el deporte es de no creer. Difícil equivocarse tanto. O las estrategias de esta cartera las diseña su peor enemigo o, definitivamente, quienes han estado al frente de este cargo de responsabilidad política durante los últimos cerca de 27 meses, no tienen capacidad de gestionar, tomar decisiones o ejecutar para llevar a feliz término compromisos adquiridos, honrando su palabra. La concatenación de desaciertos nos ofrece un balance pobre.

El último, la suspensión de los Juegos Intercolegiados Nacionales, apenas tres días antes de iniciar su fase final. Lamentable episodio que ha caído como un baldado de agua fría sobre miles de niños y jóvenes atletas que estaban listos para competir.

También ha dejado al descubierto la maniobra de populismo deportivo de un Ejecutivo que con sus actuaciones poco transparentes dejó que se perdieran los Juegos Panamericanos Barranquilla 2027, abandonando la ciudad a su suerte, para luego dar alas a un relato mentiroso e irresponsable de que la culpa fue de sus autoridades locales.

Nada más absurdo porque fueron ellas las que los habían ganado a pulso, con denodado esfuerzo, y pagado más de 2 millones de dólares para asegurarlos en su fase inicial.

Cada quien podrá creer lo que mejor le convenga, eso no se discute, pero los incumplimientos, dilaciones e incoherencias del Gobierno confirman que su intención no es resolver las crisis que aparecen, sino inventarse una nueva realidad para justificar su incapacidad e incompetencia.

Con bombos y platillos, para apaciguar la indignación por la pérdida de los Panamericanos, Petro, anunció en su cuenta de X: “El dinero que se iba a destinar a los juegos, más de 800 millones de dólares, se destinará a los Juegos Intercolegiados del país mejorando las instalaciones deportivas de los colegios y la preparación deportiva de la niñez y la juventud”.

Pero en este punto nos encontramos sin lo uno ni lo otro. Ni Panamericanos ni Intercolegiados, estos últimos suspendidos por asuntos logísticos y operativos, versión entregada por el Ministerio del Deporte.

El de Hacienda tiene la suya. Asegura que los $69 mil millones comprometidos para las justas están asignados en el Plan Anual de Caja, a pagar $40 mil millones en noviembre y el resto en diciembre. Lo que resta, precisa, es la gestión de giro, responsabilidad del Ministerio del Deporte.

Como quien dice, si no se realizaron a tiempo los Intercolegiados no es por plata, sino por falta de gestión u organización del Mindeporte, que al fin y al cabo es el mismo Gobierno. Ahí están pintados. Mismo libreto con el que trataron de justificar el desastre de los Panamericanos 2027.

En todo caso, coincidiendo con el escándalo, la ministra Luz Cristina López, tercera en la cartera luego del paso de María Isabel Urrutia, declarada insubsistente “por actuaciones indelicadas” y de Astrid Rodríguez, dimitente tras la vergüenza de los Panamericanos, suelta un globo para poner en tela de juicio a Barranquilla como sede de la Selección Colombia.

Hilando muy delgado, se podría decir que lo hace para desviar la atención nacional de la tormenta que engulle a su ministerio.

Desde su cuenta de X se hace eco de un trino del jefe de Estado en el que destacaba la asistencia de personas a un concierto de la COP16 en el estadio de Cali, señalando que como estos son públicos “por precios de boletas no deberían excluir a la mayoría… para ver su selección de fútbol”. López le pide a la Federación revisar el sistema para llevarse de gira al equipo patrio.

Pues, presidente y ministra, entendemos su preocupación por este tema que suponemos se sitúa en la primera línea de sus prioridades, al lado de la baja ejecución de la cartera o del recorte presupuestal de 70 %, casi $900 mil millones que le quitan en el presupuesto de 2025, solo le asignan $460 mil, que comprometerán aún más su capacidad para poder cumplir con los compromisos adquiridos con nuestros grandes deportistas y la promoción de los nuevos talentos.

Así que en EL HERALDO les recopilamos 10 razones, de hecho son más, para insistir en que Barranquilla debe mantenerse como la casa de la Selección Colombia.

Entre las más poderosas, aquí se han conseguido cinco de las seis clasificaciones a mundiales; la ciudad tiene el estadio con mayor capacidad del país: 46.692 sillas; la ‘Sele’ cuenta con una moderna sede deportiva con lo necesario para su preparación, y fisiológicamente nuestras condiciones climáticas hacen que los jugadores se adapten más rápido y mejor.

Pero sobre todo la calidez de los curramberos y el inmenso respaldo que siente la Tricolor nos hace ganadores. ¡Siempre tenemos puesta la 10! Por si hiciera falta, el fútbol es un negocio privado, y la Federación, en conjunto con cuerpo técnico y jugadores, decide dónde les conviene tener su base y disputar las eliminatorias para ser efectivos.

Parafraseando al gran Joe Arroyo, ¡En Barranquilla se queda la Selección! Sobran los argumentos.