Las promesas de campaña de Donald Trump de tomar medidas radicales para acabar con la inmigración ilegal y la de eliminar las regulaciones medioambientales en Estados Unidos se hacen cada vez más tangibles con dos anunciados nombramientos: por un lado el de Tom Homan, quien en la anterior administración de Trump fue el responsable del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), donde su labor fue polémica por su política de ‘tolerancia cero’ con la inmigración irregular y la separación de niños de sus familiares.
Su designación no solo ha caído como un baldado de agua fría para quienes se oponen a estas crueles medidas, entre esos varios miembros del Partido Republicano, sino que ha desencadenado un mar de interrogantes frente al alcance de las propuestas de Trump y la manera en que utilizará a sus nuevas fichas –cuyo proceder ya es de conocimiento nacional– para llevarlas a cabo.
Homan intervino en la fiesta electoral de Trump en las primarias de Nuevo Hampshire y también en la Convención Nacional Republicana de julio en Milwaukee. En ambos espacios dijo: “Tengo un mensaje para los millones de extranjeros ilegales que Joe Biden ha liberado en nuestro país violando la ley federal: será mejor que empiecen a hacer las maletas ya”. Sus palabras, no menores, zanjaron el comienzo de una era en la que abundará la polémica en torno al manejo de temas tan sensibles como la inmigranción, que además concierne a varios países de la región, entre esos Colombia, y que desde ya deben empezar a preparar planes para el manejo de las deportaciones masivas que el republicano ha prometido.
Basta con recordar la operación de ICE en las manos de Homan para abrir la discusión: junto a otros altos funcionarios, fue uno de los firmantes del memorando que aprobó esta política bajo la supervisión de la entonces secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, quien dio luz verde a las separaciones que en 2018 resultaron en miles de niños migrantes distanciados de sus padres en la frontera entre Estados Unidos y México. En su momento, el expolicía sostuvo que la posibilidad de ser separados de sus hijos llevaría a muchos padres a reconsiderar la decisión de cruzar la frontera.
Su postura no ha cambiado, y para muchos la esperanza está en que las mismas leyes del país norteamericano, junto a los altos costos de implementación y los bloques de protección de otros partidos, logren frenar el modelo, que a su vez está basado en el plan que han venido elaborando los republicanos, y en el que colaboró Homan, al que se le conoce como Proyecto 2025, con el que se busca, entre otras cosas, reformar el gobierno federal de Estados Unidos con medidas más radicales hacia los migrantes indocumentados. Esto pese a que la nueva conformación del Senado, ahora de mayoría roja, probablemente allanará el camino para el desarrollo de muchas de las “promesas” de Trump.
¿La diferencia con 2024? Homan asegura que esta vez no se trata de detener a las familias para luego separarlas, sino de “enviarlas unidas de regreso a su país de origen”. Así mismo, ha querido matizar aquellas voces que hablan de “campos de concentración” o redadas indiscriminadas en barrios residenciales, alegando un enfoque más sistemático en centros de trabajo y puntos específicos de detención. ¿No son lo mismo?
Por otro lado está el nombramiento, también este fin de semana, del excongresista por Nueva York Lee Zeldin como jefe de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, por sus siglas en inglés), un férreo luchador por las políticas de ‘Estados Unidos primero’. Su enfoque estará centrado en eliminar regulaciones medioambientales que, según ha argumentado el mismo Trump, frenan el crecimiento económico del país.
Preocupa especialmente la contraposición a los límites de emisiones contaminantes al empresariado que se habían establecido durante el gobierno Biden a través de la EPA, pues en manos de Zeldin, quien apenas tiene experiencia en asuntos medioambientales, seguramente darán un revés.
Así mismo, muchos delegados de la COP29, que ya se celebra en Azerbaiyán, y que esperaban una mayor participación de Estados Unidos para avanzar en los objetivos de la lucha global contra la crisis climática, han expresado su preocupación porque un negacionista del mismo sea quien lidere el organismo. Lo anterior hilado al precedente de 2020, cuando durante su primer mandato (2017-2021) Trump retiró a EE. UU. del Acuerdo de París al rechazar la ciencia y calificar la crisis climática como un fraude.
¿La diferencia con 2024? Su postura se ha radicalizado. En agosto de este año, durante una entrevista con el empresario Elon Musk en la red social X, el republicano expresó su rechazo frontal a este tema. “No entiendo por qué la gente habla de calentamiento global o cambio climático y no de ‘calentamiento nuclear’”, explicó en referencia al arsenal de armas nucleares que poseen varios países. “Para mí el gran problema no es el cambio climático, sino el poder nuclear”, añadió entre palabras de aprobación de Musk, de quien, a todas estas, todavía no se conoce su función específica en el Gobierno tras el apoyo que brindó al expresidente durante su campaña por la presidencia.
Ambos cargos entrarán en acción para el 20 de enero que Trump se posesione, y corresponden a las primeras pinceladas de la nueva etapa del mandatario, que más allá de que generen alarma por sus posturas, deben representar una alerta para la comunidad internacional ante la inminente batalla que se deberá dar por defender los derechos de los más vulnerables, en el caso de los inmigrantes, como por la protección del planeta Tierra que, según indicó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), entre 2024 y 2028, existe un 80 % de probabilidad de que la temperatura global supere temporalmente los 1,5 °C, lo que podría desencadenar una serie de impactos graves, como el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, la elevación del nivel del mar, pérdida de biodiversidad, y mayores riesgos para la salud humana. Además, afectaría la agricultura, incrementaría las desigualdades socioeconómicas y provocaría alteraciones significativas en los ecosistemas terrestres y marinos.