Cuentan que Alejandro Char ha adquirido una rutina de actividad física tan intensa que decidió alargar sus jornadas de trabajo a 48 horas diarias. Ese es el tiempo que el alcalde de Barranquilla requiere para escuchar –antes de tomar decisiones– a la gente de los barrios en su itinerante oficina, operativa en las calles y esquinas de la ciudad.

También para actuar como interventor de los proyectos estratégicos de su tercera administración y para hacer seguimiento milimétrico, con rigurosa exigencia, de las tareas asignadas a su equipo de trabajo. Su actual vida espartana le ha sido más que útil para recoger con auténtica celeridad los frutos de los primeros doce meses de una gestión con objetivos cumplidos, en contraste con las situaciones convulsas de un país en progresiva anormalidad institucional.

Hasta el momento el mandatario distrital, dedicado a sus deberes que no son pocos, ha sabido estar a la altura a la hora de esquivar las provocaciones de manual de perfecto populista del jefe de Estado que lo ha acusado de no tener la “dignidad democrática” de acompañarlo en sus usuales peroratas cuando visita Barranquilla.

Lo que a Petro le cuesta entender, porque él necesita un adversario para alentar un conflicto que polarice y distraiga la atención de lo importante, es que poner distancia funciona como una brújula que orienta con claridad el camino de quienes deben sortear obstáculos para no desviarse de su rumbo.

Nada más que añadir. Otros dirán que al bagazo, poco caso. Válido, también. Sobre el terreno, conviene nunca olvidar que debates estériles ni encarnizadas disputas solucionan los problemas reales de la gente. Lo que se agradece son hechos concretos que le permitan a Barranquilla resolver sus principales preocupaciones sociales.

En su primer año, el alcalde Char ha demostrado con determinación estratégica, trabajo duro, y recursos, que su maratón por concretar las promesas de campaña está encaminada en la dirección correcta.

Sin sectarismos ni acrobacias, tampoco signos de desaliento, el corredor de la camiseta negra durante los primeros meses, ahora también blanca y, usualmente, estampada con la colorida impronta del proyecto en cuestión, aceleró la marcha para que las obras, su máxima prioridad, hablen por su gobierno que debido a su vasta experiencia funciona bien.

La frenética actividad del primer año ha culminado con la puesta en marcha de la fase inicial del Malecón de Rebolo, que anunciaba hace justo un año en su posesión en ese sector.

También es una realidad la recuperación de la playa de Puerto Mocho, la construcción del Camino Nuevo Hospital de Barranquilla, la renovación de espacios en el Gran Malecón, la adquisición de buses para Transmetro, el inicio de la canalización del arroyo de la 85, mejoramientos y subsidios de vivienda, la finalización de las obras en la Circunvalar y los nuevos programas de inclusión social para población vulnerable y comerciantes informales.

Esta es una prueba fatigosa que dura cuatro años. Queda bastante. Lo recorrido resulta alentador, pero no se tolera que la administración afloje el paso.

Es más, aún debe consolidar esfuerzos importantes en asuntos que no dan espera: generación de empleo formal, en especial para jóvenes y mujeres; cupos educativos para formación con pertinencia laboral, mejoras en prestación de servicios públicos y la mayor asignatura pendiente de esta administración: la lucha contra el crimen y sus peores formas, como la extorsión, sicariato y las violencias de género e intrafamiliar que dinamitan la convivencia.

Char tiene el inmenso reto de devolverles a los barranquilleros la seguridad extraviada hace años, máxime tras pandemia. Pese a la significativa inversión en esta materia, los resultados no son los deseados y este año cerraremos con la deshonrosa etiqueta de ser una de las capitales con la tasa de asesinatos más elevada del país.

Intensificar la tarea o recomponer la estrategia para contener a las mafias, con el concurso de la fuerza pública, debe ser uno de los propósitos de 2025, con toda la contundencia que sea posible.

Nada fácil, pero en ello tiene que centrar su empeño el mandatario que ha liderado las grandes transformaciones de esta ciudad que, pese a la visión catastrofista de quienes les gusta ver el vaso medio vacío, vive un momento excepcional por su desarrollo dinámico y constante.

En definitiva, esta es una maratón en la que todos corremos persiguiendo mejor calidad de vida y, en particular, condiciones dignas para la gente más frágil. Usted encabeza, alcalde, y lo tiene claro desde su primera administración, a nadie se le puede ni debe dejar atrás.